El Misterio de Romeo



Había una vez un equipo de cinco chicos maravillosos. Se llamaban Romeo, Iker, Ángelo, Benji y Emilio. Compartían muchas cosas juntos: les gustaba el baloncesto, la natación y los juegos de mesa. Eran muy buenos amigos y siempre se daban abrazos.

Un día, mientras estaban en el parque jugando al baloncesto, Romeo comenzó a comportarse de forma extraña. Se quedó callado, perdió interés en el juego y se alejaba del grupo, lo que preocupó a sus amigos.

"Che, Romeo, ¿todo bien?" - preguntó Iker, mientras driblaba la pelota.

"Sí, todo bien..." - respondió Romeo con una sonrisa forzada.

Sin embargo, sus amigos notaron que algo no estaba bien. Más tarde, mientras jugaban juegos de mesa en la casa de Emilio, Romeo seguía ausente.

"¿Por qué no usás la ficha que elegiste?" - le dijo Ángelo, signo de inquietud.

"No sé... No tengo ganas de jugar" - respondió Romeo, mirando al suelo.

Benji, que siempre había sido el más observador, decidió hablar con él en privado. Salieron al patio trasero, donde podían estar más tranquilos.

"Rom, si algo te molesta, podés contarnos. Somos amigos, y estamos aquí para vos" - dijo Benji, mirándolo a los ojos.

Después de un largo suspiro, Romeo decidió abrirse.

"Es que... la semana pasada tuve una pelea con mi primo. Me dijo cosas feas y no sé cómo manejarlo. No quiero que ustedes piensen que estoy triste por eso, pero no puedo dejar de pensarlo" - confesó Romeo con tristeza.

"¡Oh, Rom!" - dijo Emilio, intentando consolarlo. "Todos enfrentamos problemas. A veces, es bueno hablarlo, y no estás solo en esto."

"Sí, y tal vez podamos ayudar a resolver la situación. Quizás puedas hablar con tu primo de nuevo y aclarar las cosas" - propuso Iker.

Romeo se sintió un poco mejor. Sus amigos le recordaron que siempre podían contar con ellos, sin importar lo que pasara. Decidieron hacer un plan para ayudar a Romeo a recuperar la confianza.

Al día siguiente, organizaron una reunión en casa de Romeo. Iker habló primero.

"Escuchá, Romi. Juntémonos todos con tu primo. Podríamos compartir un rato juntos, jugar, y quizás se calmen las cosas entre ustedes."

Aterrorizado pero emocionado, Romeo accedió. Llamó a su primo y lo invitó. Cuando llegaron, la tensión se sentía en el aire. Sin embargo, Benji y Emilio empezaron a jugar un juego divertido que hacía reír a todos.

Después de un rato, la risa rompió el hielo. Romeo se sintió lo suficientemente valiente para hablar con su primo.

"Che, tengo que decirte algo. Me dolió lo que dijiste la otra vez" - se armó de valor y le dijo a su primo, quien lo escuchó atentamente.

"Lo siento, no quise herirte. A veces digo cosas sin pensar. ¿Te parece si jugamos juntos y lo olvidamos?" - respondió el primo, sonriendo.

Al final del día, se reconciliaron y todo volvió a ser como antes. Todos se abrazaron, incluidos el primo de Romeo y los cinco chicos.

"Los amigos siempre ayudan, ¿no?" - dijo Iker, sonriendo mientras miraban al horizonte.

"Y siempre hay que hablar, no guardar lo que sentimos" - añadió Ángelo.

Desde ese día, los cinco amigos aprendieron el valor de la comunicación y la amistad. Cada vez que uno de ellos estaba triste o tenía problemas, sabían que podían contar el uno con el otro y superar cualquier situación juntos. Y así, siguieron compartiendo risas, juegos y sobretodo, buenos abrazos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!