El misterio del agua desaparecida
Había una vez en el pueblo de Aguafresca, un lugar donde el agua era el tesoro más preciado. En ese pueblo vivía una niña llamada Lola, quien era muy curiosa y siempre estaba buscando aventuras. Un día, mientras jugaba en el parque, escuchó a un grupo de vecinos preocupados por la disminución del agua en el pueblo. Decidida a ayudar, Lola decidió investigar el misterio del agua desaparecida.
Lola se dirigió a la escuela, donde la maestra les enseñó a los niños sobre la importancia de cuidar el agua. La maestra explicó que en la escuela, podían cuidar el agua cerrando bien las canillas, no dejando la llave abierta mientras se lavan las manos, y utilizando solo la cantidad necesaria para beber. Los niños asintieron con entusiasmo y se comprometieron a seguir estas buenas prácticas en la escuela.
Lola decidió entonces observar lo que sucedía en la comunidad. Fue a la plaza central, donde vio a la gente lavando sus autos con mangueras que goteaban y dejando correr el agua mientras regaban las plantas. Se acercó a ellos y les contó sobre la importancia de conservar el agua. Les propuso recolectar agua de lluvia para regar las plantas, y usar un balde y una esponja para lavar los autos en lugar de una manguera. Poco a poco, la gente del pueblo comenzó a seguir los consejos de Lola y a cuidar el agua en la comunidad.
Pero el mayor desafío para Lola era el cuidado del agua en su propia casa. Al llegar a su hogar, encontró a su familia desperdiciando agua al dejar correr la canilla mientras se cepillaban los dientes, y al regar el jardín en las horas de mayor calor, cuando gran parte del agua se evaporaba. Con paciencia, explicó a su familia la importancia de cerrar la canilla mientras se cepillaban los dientes y regar las plantas temprano en la mañana o tarde en la tarde para evitar la evaporación del agua. Pronto, su familia adoptó estos buenos hábitos y comenzaron a cuidar el agua en casa.
Con el tiempo, gracias a los esfuerzos de Lola y la comunidad, el misterio del agua desaparecida fue resuelto. Todos aprendieron a cuidar el agua en la escuela, la comunidad y en sus hogares, y el preciado recurso volvió a fluir en el pueblo de Aguafresca.
Moraleja: Cuidar el agua es responsabilidad de todos. Con pequeñas acciones en la escuela, la comunidad y en casa, podemos lograr grandes cambios que beneficien a todos.
FIN.