El misterio del agua perdida


En las hermosas cordilleras de Isqani, vivía Maria, una profesora amable y cariñosa. Un día, el sol brillaba fuerte en el cielo y el calor era intenso.

Los niños estaban inquietos, no podían concentrarse en clase y todos anhelaban algo refrescante. Maria, con su espíritu bondadoso, decidió llevar a sus alumnos a una excursión a la cascada más cercana. "Hoy vamos a descubrir el misterio del agua perdida", anunció Maria con entusiasmo. Los niños estaban emocionados por la aventura.

Caminaron por un sendero angosto rodeado de exuberante vegetación y cantos de aves. De repente, escucharon un sonido extraño. "¿Qué será eso?", preguntó uno de los niños.

Maria sonrió misteriosamente y les dijo: "Eso, mis queridos alumnos, es el susurro de la cascada oculta, el tesoro que tanto buscamos". Los niños se emocionaron aún más y continuaron la marcha con renovadas energías. Al llegar al final del sendero, encontraron una gran roca que bloqueaba la entrada a una cueva.

"Aquí es donde comienza nuestra búsqueda", dijo Maria. Los niños formaron un círculo alrededor de la roca y con fuerza lograron moverla, revelando la entrada a la cueva. Intrigados, entraron en la oscuridad y caminaron sintiendo el rocío en sus caras.

Finalmente, llegaron a una caverna iluminada por una luz resplandeciente. En el centro, descubrieron un manantial de agua cristalina. "¡Lo encontramos! ¡El agua perdida!", exclamaron emocionados.

Maria les explicó que el manantial proveía de agua a la cascada y que era importante cuidarlo y preservarlo. Todos entendieron la lección de conservación y respeto hacia la naturaleza. Con alegría, regresaron a la escuela, agradecidos por el maravilloso descubrimiento y por tener a Maria como su querida profesora.

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