El Misterio del Almuerzo Extraviado
Era un día soleado en la Escuela Primaria Estrellitas. Los alumnos de primer grado estaban muy emocionados por la llegada de la pausa del almuerzo. Pero lo que nadie esperaba era que el almuerzo de Sofía desapareciera misteriosamente.
Sofía había traído su famoso sándwich de jamón y queso, que su mamá había hecho con mucho amor. Pero cuando llegó el momento de comer, su almuerzo no estaba en su mochila.
"¿Qué pasó con mi almuerzo?" - dijo Sofía, con los ojos llenos de lágrimas.
"No te preocupes, Sofía. ¡Yo seré tu detective privado!" - exclamó Tobi, siempre listo para la aventura.
Tobi era conocido en la escuela por su gran curiosidad y su capacidad para resolver misterios. Reunió a su grupo de amigos: Juan, que tenía la mejor memoria, y Lucía, que era la más observadora.
"Vamos a investigar. Primero, necesitamos revisar la zona de los recreos. Ahí pueden haber pistas" - dijo Tobi, mientras guiaba a sus amigos hacia el patio.
Al llegar, Tobi comenzó a preguntar a los demás niños.
"¿Alguien ha visto un almuerzo de jamón y queso?" - preguntó Tobi con voz firme.
"Yo vi a Lucas comiendo un sándwich raro... pero no sé de qué era" - comentó Ana, una niña del grupo de quinto grado.
"Suena sospechoso, vamos a hablar con él" - dijo Lucía.
Los tres amigos se acercaron a Lucas, un chico que siempre parecía estar envuelto en pequeños problemas.
"¿Lucas, te comiste un sándwich de jamón y queso hoy?" - preguntó Juan.
"¡No! No sé de qué hablan..." - respondió Lucas, cubriendo su boca con las manos.
Tobi sospechaba de su respuesta.
"¿Pero por qué tienes migas en la camisa?" - preguntó Lucía, señalando el indicio incriminador.
"¿Yo? No... no son mías, yo... estaba comiendo galletitas de la máquina" - titubeó Lucas.
Los amigos decidieron seguir investigando, pero sabían que tenían que tener más pruebas. Caminando de regreso hacia el aula, Juan tuvo una idea.
"¿Y si miramos en la cocina de la escuela? A veces los cocineros tienen cosas que no usan y podrían haberse confundido con el almuerzo de Sofía" - sugirió.
Los amigos estaban entusiasmados. Al llegar a la cocina, se encontraron con la señora Marta, la cocinera.
"Hola chicos, ¿qué están buscando?"
"Señora Marta, hemos perdido un almuerzo. Tal vez lo haya visto por aquí" - explicó Sofía con tristeza.
"Hmm, no he visto nada, pero escuchen... hace un rato entregué un sándwich a alguien en el patio. Quizás ese sea el tuyo" - respondió la señora Marta.
Los ojos de Sofía se iluminaron.
"¿A quién se lo diste?" - preguntó con esperanza.
"A un niño que decía que tenía hambre...no le vi la cara, pero llevaba un gorro azul" - recordó.
"¿El gorro azul? ¡Eso es Lucas!" - exclamó Tobi.
Los amigos decidieron seguir a Lucas. Al darse cuenta de que algo no estaba bien, lo siguieron en silencio. Lo encontraron detrás de un árbol, terminándose el último bocado del sándwich de Sofía.
"¡Lucas! ¡Eso era el almuerzo de Sofía! No puedes tomar comida ajena" - regañó Tobi.
"Lo siento, estaba muy hambriento y no pude resistirme" - se disculpó Lucas, con la boca llena.
Sofía, en lugar de enojarse, decidió ser comprensiva.
"No está bien, Lucas. Pero ¿por qué no me lo pediste? Siempre se puede compartir" - dijo Sofía con una sonrisa.
Lucas se sintió avergonzado, pero agradecido.
"Perdón, Sofía. Prometo no volver a hacer esto. Y gracias por entenderme" - dijo Lucas, mientras largas trazas de remordimiento ocupaban su rostro.
Desde ese día, Sofía y Lucas se volvieron buenos amigos y compartieron sus almuerzos en el recreo. Tobi y Lucía, por su parte, también aprendieron la importancia de la empatía y la amabilidad.
El misterio del almuerzo se resolvió y se convirtió en una lección sobre la amistad, la honestidad y la importancia de compartir. ¡Y así, el primer grado de la Escuela Primaria Estrellitas vivió un día lleno de aventuras, risas y aprendizaje!
FIN.