El Misterio del Amor en el Bosque Encantado
En un bosque mágico, donde los árboles cantaban y los ríos susurraban, vivía una pequeña ardilla llamada Rúbrica. Rúbrica era curiosa y siempre se hacía preguntas. Un día, mientras recogía nueces, se encontró con su amigo el búho, Don Sabio.
"Don Sabio, ¿qué es el amor?" - preguntó Rúbrica con su diminuta voz preocupada.
"Ah, mi pequeña Rúbrica, el amor es un sentimiento muy especial. Es como el viento: no lo puedes ver, pero lo sientes alrededor de ti en cada abrazo del árbol y en cada rayo de sol que calienta tu pelaje." - respondió Don Sabio, moviendo sus plumas con gracia.
Rúbrica, intrigada, decidió buscar ejemplos del amor en su entorno. Primero se encontró con una pareja de pájaros que construían un nido.
"¿Ustedes están juntos porque se quieren?" - preguntó Rúbrica.
"Sí, pequeña ardilla. El amor nos hace construir un hogar y cuidar de nuestra familia juntos." - dijo la mamá pájaro mientras colocaba una ramita en el nido.
Rúbrica sonrió, pero todavía no entendía completamente. Siguió su camino y se topó con un ciervo, que parecía triste, sentado al lado de un árbol.
"¿Por qué estás triste, querido ciervo?" - inquirió Rúbrica.
"He perdido a mi amigo, el conejo. No estoy seguro de que vuelva a estar aquí, y lo extraño mucho." - respondió el ciervo con un suspiro profundo.
Rúbrica recordó lo que Don Sabio le había dicho.
"Eso que sientes, ciervo, es amor. Amar a alguien significa extrañarlo cuando no está, y desear que vuelva." - sugirió Rúbrica con confianza.
El ciervo levantó la vista, sus ojos brillaron levemente.
"¿De verdad? ¡Entonces, debo seguir buscando a mi amigo!" - dijo, llenándose de esperanza.
Rúbrica se sintió feliz de haber podido ayudar. Continuó su exploración hasta que se encontró con una tortuga, que lentamente se acercaba a su hogar.
"¡Hola, tortuga! ¿Cómo va tu día?" - dijo Rúbrica.
"Hola, Rúbrica. Estoy llevándole unas flores a mi amigo el zorro. Siempre lo cuido cuando está triste porque lo quiero mucho." - contestó la tortuga sonriente.
Rúbrica comprendió que el amor no solo se trataba de estar con alguien, sino también de cuidar y hacer felices a los demás.
Intrigada, decidió hacer un experimento. Llamó a Don Sabio nuevamente.
"Don Sabio, tengo una idea. ¿Y si juntamos a todos los animales del bosque para ver si pueden compartir lo que sienten por sus seres queridos?" - propuso Rúbrica.
"Esa es una idea brillante, Rúbrica. Vamos a hacerlo." - dijo Don Sabio emocionado.
Se organizó un gran encuentro en el claro del bosque. Los animales llegaron de todas partes, desde las liebres hasta los búhos. Al verse, todos comenzaron a compartir historias sobre el amor.
"El amor es lo que siento cuando veo a mi madre cuidar de mis hermanos," - dijo una pequeña liebre.
"Es ayudar a otros cuando están en problemas," - añadió la tortuga.
Cada historia era más conmovedora que la anterior, y Rúbrica se dio cuenta de que el amor era cálido como el sol, fuerte como un árbol y profundo como el océano.
La reunión tuvo un giro inesperado cuando apareció el conejo perdido.
"¡Ciervo! ¡No sabía que me estabas buscando!" - exclamó el conejo feliz, mientras el ciervo corría hacia él.
"¡Te extrañé! ¡No puedo creer que estés aquí!" - respondió el ciervo, abrazando a su amigo.
Todos los animales aplaudieron y celebraron este hermoso reencuentro. Rúbrica se sintió muy satisfecha al ver la alegría en sus rostros.
Esa noche, mientras regresaba a su árbol, Rúbrica miró al cielo estrellado y pensó en todo lo que había aprendido.
"El amor es lo que nos une a todos. Es una fuerza mágica que nos hace sentir felices y protegidos. Ya no tengo miedo de no entenderlo, porque el amor está en cada pequeño acto de bondad." - reflexionó para sí misma, sonriendo.
Y así, Rúbrica comprendió que el amor no solo era un misterio, sino también una hermosa dimensión de la vida que valía la pena conocer, vivir y compartir entre todos los seres del bosque encantado.
FIN.