El Misterio del Arco de Mairena
Érase una vez, en la hermosa ciudad de Mairena del Alcor, un colorido arco que adornaba la entrada al parque de la plaza. Este arco no solo era un símbolo de bienvenida, sino que también guardaba un secreto que muy pocos conocían. Los niños del barrio siempre se reunían en el parque después de la escuela para jugar y compartir historias fantasticas.
Un día, mientras Juan y Ana jugaban a la pelota, notaron un brillo extraño en la parte superior del arco.
"¿Viste eso, Ana?" - preguntó Juan, señalando el destello.
"Sí, parece que hay algo especial allí" - respondió Ana con curiosidad.
Decidieron investigar y se acercaron al arco. Cuando llegaron, encontraron una pequeña llave dorada en el suelo.
"¡Mirá, una llave!" - exclamó Juan, sosteniéndola con asombro.
"¿Qué crees que abrirá?" - preguntó Ana, pensando en voz alta.
Mientras hablaban, apareceu un viejo abuelo llamado Don Ramón que estaba paseando a su perro, cuando escuchó su conversación.
"Esa llave pertenece al corazón del arco" - dijo Don Ramón, con una voz suave.
"¿El corazón del arco? ¿Qué es eso?" - preguntó Ana, intrigada.
"Se cuenta que el arco tiene un secreto mágico. Si insertás la llave en la cerradura que se esconde en su base, podrías descubrir un mundo lleno de sorpresas y aventuras" - explicó Don Ramón.
"¿Un mundo mágico, en serio?" - dijo Juan emocionado.
Decididos, Juan y Ana fueron al pie del arco para buscar la cerradura. Después de un rato de búsqueda, encontraron una pequeña hendidura en la piedra. Juan se agachó y cuidadosamente puso la llave en la cerradura. Cuando la giró, el arco empezó a brillar intensamente, y una suave luz envolvió el lugar.
De repente, el arco se transformó en un portal brillante. Ana miró a Juan, sus ojos llenos de emoción.
"¿Vamos a ver qué hay adentro?" - preguntó Ana.
"¡Sí! Vamos, no hay tiempo que perder!" - respondió Juan mientras daba un paso adelante, y Ana le siguió.
Al cruzar el arco, se encontraron en un mundo lleno de colores vibrantes, árboles que hacían música con el viento y criaturas mágicas que bailaban felices en un prado.
"¡Esto es increíble!" - gritó Ana, saltando de alegría.
"Sí, pero tenemos que tener cuidado. No sabemos si hay reglas aquí" - dijo Juan, observando a su alrededor.
Mientras exploraban, encontraron un grupo de hadas que estaban llorando.
"¿Por qué están tristes?" - preguntó Ana.
"Hemos perdido nuestro polvo de estrellas, sin él nuestra magia se desvanecerá" - respondió una de las hadas.
Los niños decidieron ayudar a las hadas.
"Vamos a buscar el polvo de estrellas", propuso Juan.
"¡Sí! Juntos lo encontraremos!" - agregó Ana.
Después de muchas aventuras por ríos de caramelos y montañas de chocolate, encontraron un cofre gigante bajo un arcoíris, con el polvo de estrellas brillando en su interior.
"¡Lo encontramos!" - gritaron al unísono.
Las hadas estaban tan agradecidas que decidieron darles un deseo a Juan y Ana.
"¿Qué desean?" - preguntó la más anciana de las hadas.
"Queremos que la magia de este lugar jamás se pierda" - respondió Ana.
Con un ligero movimiento de sus varitas, las hadas hicieron un hechizo alrededor del arco y los niños sintieron una energía única.
Cuando regresaron a casa, el arco brillaba más que nunca.
"Tener un corazón generoso como el nuestro, también trae magia al mundo" - reflexionó Juan.
"Sí, y siempre debemos ayudar a quienes lo necesitan" - agregó Ana, sonriendo.
Desde ese día, el arco de Mairena del Alcor se convirtió en un símbolo no solo de belleza, sino también de la bondad y la generosidad, y los niños que jugaron allí siempre recordarán su increíble aventura mágica que los unió aún más como amigos.
FIN.