El Misterio del Aula 7
Era una noche oscura y tormentosa cuando un grupo de adolescentes decidió quedarse en el colegio para hacer un proyecto grupal. El grupo lo formaban Sofía, Tomás, Valentina y Lucas. La tormenta afuera era fuerte, y los relámpagos iluminaron brevemente el patio del colegio.
"¿No les parece raro estar aquí a esta hora?" -dijo Sofía, mirando por la ventana mientras caía la lluvia.
"¡No seas miedosa! Solo es una tormenta" -contestó Lucas, haciendo un gesto despreocupado.
Mientras trabajaban, un fuerte trueno retumbó en las paredes del colegio. De repente, la luz parpadeó y se apagó.
"¡No! Esto no puede estar pasando" -gritó Valentina, asustada.
"Todo está bien, solo es un corte de luz. Vamos a encender las linternas" -dijo Tomás tratando de calmarlos.
Sus linternas iluminaban el camino mientras decidían ir a buscar ayuda. A medida que avanzaban, sintieron una presencia extraña. El sonido del agua goteando resonaba en los pasillos vacíos.
"¿Escucharon eso?" -preguntó Sofía con voz temblorosa.
"Seguramente es una gotera" -dijo Lucas confiado.
Al llegar al Aula 7, notaron que la puerta estaba entreabierta. Todos se miraron con incertidumbre. La curiosidad pudo más que el miedo y decidieron entrar.
El aula estaba oscura y en desorden. De repente, una misteriosa sombra pasó velozmente frente a ellos.
"¡Ay no! ¿Vieron eso?" -exclamó Valentina asustada.
"Fueron solo nuestros ojos, ¡No se asusten!" -intenta calmar Tomás.
Al investigar el aula, encontraron un viejo cuaderno en el escritorio. Al abrirlo, se dieron cuenta de que pertenecía a un antiguo estudiante que había sido muy solitario y había dejado mensajes secretos y dibujos extraños en sus páginas.
"Miren, aquí dice que si encuentras una estrella dorada en el patio, podrás descubrir el secreto del Aula 7" -dijo Sofía emocionada.
"¿Cómo vamos a encontrar eso en plena tormenta?" -preguntó Valentina.
"¡Sigámoslo! Tal vez sea un juego. Puede ser divertido" -sugirió Lucas, mientras la adrenalina comenzaba a fluir en ellos.
Salieron del aula y comenzaron a buscar en el patio. De repente, la lluvia se detuvo y, en ese momento, todos miraron hacia arriba y vieron una estrella dorada brillante entre las nubes.
"¡Ahí está!" -gritaron al unísono.
Corrieron hacia el lugar donde había caído la estrella, y al acercarse, descubrieron que era un pequeño objeto dorado, una llave.
"¿Qué creen que abre esta llave?" -preguntó Sofía intrigada.
"Tal vez otra aula, o un baúl con secretos" -sugirió Tomás emocionado.
Vieron que había una puerta en el fondo del patio, oculta detrás de unos arbustos. Decidieron probar la llave. Al insertarla en la cerradura, la puerta se abrió con un chirrido, revelando un viejo sótano lleno de objetos y recuerdos del colegio. En el centro, encontraron una mesa con un álbum lleno de fotografías de los estudiantes pasados, algunos de los cuales se parecían a ellos.
"Miren, estos son nuestros antiguos compañeros, y... ¡mira, aquí está el chico que escribió en el cuaderno!" -dijo Valentina con asombro.
"Parece que era un gran artista. Tal vez su espíritu busca que lo recordemos o que su historia se conozca" -reflexionó Tomás.
"Podemos hacer una exposición sobre él y su arte" -sugirió Sofia.
La idea les encantó, y esa noche, en lugar de tener miedo, encontraron una nueva misión que les llenó de inspiración. Regresaron a sus casas al amanecer, con el corazón lleno de historias y un secreto que compartir.
De vuelta a clase, trabajaron juntos para dar a conocer la vida del chico solitario a través de una hermosa exhibición de arte, no solo rindiendo homenaje a su talento, sino enseñando a otros sobre la importancia de la amistad, la creatividad y de nunca dejar a nadie solo.
"Esta historia siempre nos recordará que hay talentos escondidos en cada uno de nosotros" -concluyó Sofía, sonriendo junto a sus amigos.
Así, el Aula 7 dejó de ser conocida como aquel lugar espeluznante y se transformó en un símbolo de unidad y creatividad en el colegio.
FIN.