El misterio del bosque de chicles



En un tranquilo pueblo argentino, vivía una niña llamada Caperucita que siempre llevaba consigo un chicle mágico que le regaló su abuelita. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con el astuto Lobo, quien quería arrebatarle el chicle.

"¿Qué tienes ahí, Caperucita? Ese chicle parece delicioso", dijo el Lobo con una mirada codiciosa. Pero Caperucita, recordando las palabras de su abuelita, se negó a dárselo.

"Lo siento, Lobo, pero este chicle es especial y no puedo dártelo", respondió con determinación. El Lobo, frustrado, decidió buscar ayuda, y encontró a Mala, una niña traviesa que siempre intentaba fastidiar a los demás. "Tengo un plan para conseguir ese chicle", susurró el Lobo a Mala, quien sonrió maliciosamente.

Mala comenzó a sembrar mentiras y engaños en el pueblo, haciendo creer a todos que el chicle de Caperucita poseía poderes oscuros. La gente, asustada, decidió expulsar a Caperucita del pueblo.

Sin embargo, la valiente niña decidió adentrarse en el bosque para encontrar a su abuelita, quien le reveló que el chicle tenía el poder de traer alegría y bondad a quien lo disfrutara. Con esta nueva fuerza, Caperucita regresó al pueblo y confrontó a Mala, quien se encontraba disfrutando del chicle.

"Debes aprender que la envidia y la maldad solo traen infelicidad. Este chicle es para todos, pero debe ser disfrutado con amor y bondad", dijo Caperucita con firmeza.

Con el apoyo de los habitantes del pueblo, Mala comprendió su error y se disculpó. Desde entonces, el chicle mágico se convirtió en un símbolo de amistad y generosidad en el pueblo, donde todos aprendieron a valorar y compartir lo que les hacía felices.

FIN.

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