El Misterio del Bosque Encantado
Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Villaverde, rodeado de un frondoso bosque. Los habitantes del pueblo contaban historias sobre un lugar mágico y misterioso en el corazón del bosque, donde los árboles susurraban y las flores brillaban con colores nunca antes vistos. Pero nadie se atrevía a ir allí, ya que se decía que quien entraba, no podía salir. Aunque la leyenda asustaba a muchos, dos inseparables amigos, Tomás y Ana, tenían una curiosidad insaciable.
-Un día, mientras jugaban cerca del bosque, Tomás dijo emocionado:
"¿Te imaginas lo que podríamos descubrir en ese lugar mágico?"
"Sí, pero… ¿y si nos perdemos?" respondió Ana, un poco asustada.
"No te preocupes, llevaremos un mapa y un reloj para no perdernos en el tiempo".
Después de preparar sus mochilas, decidieron que al día siguiente, con la primera luz del día, se aventurarían a explorar el bosque encantado.
Al amanecer, entraron al bosque con su mapa y su reloj. Los árboles eran altos y majestuosos, y la brisa les traía el dulce aroma de las flores. Mientras caminaban, de repente, escucharon un ruido extraño.
"¿Escuchaste eso?" preguntó Ana, mirando a su alrededor.
"Sí, parece que alguien nos está vigilando" respondió Tomás, un poco nervioso pero emocionado.
No obstante, decidieron seguir adelante. A medida que se adentraban, el paisaje se volvía más hermoso y extraño. Pronto, encontraron un claro donde había un lago de aguas cristalinas. En el medio del lago había una isla pequeña.
"Mira, creo que podríamos nadar hasta esa isla!" sostuvo Ana, viendo las flores que crecían ahí.
"Pero, ¿y si hay algo extraño?" dijo Tomás, dudando.
"¿Y si hay alguna sorpresa maravillosa?" insistió Ana, llena de valentía.
Tomás pensó por un momento y decidió que su curiosidad era más fuerte que su miedo. Juntos, nadaron hasta la isla. Al llegar, lo que encontraron fue asombroso: flores que cantaban y mariposas que danzaban en el aire. Pero lo más increíble fue un pequeño dragón de colores brillantes, que los observaba desde detrás de un árbol.
-Hola, pequeños aventureros. Soy Drako, el guardián de este bosque.
"¡Un dragón!" exclamó Ana, deslumbrada.
"¿Por qué no se han asustado? La mayoría de las personas huyen de mí" dijo Drako, sorprendido.
"Porque venimos en busca de aventuras y misterios, no de miedos" explicó Tomás con una sonrisa.
Drako se rió y les dijo:
"Entonces, bienvenidos a mi hogar. Este bosque está lleno de magia, y yo necesito su ayuda. Desde hace tiempo, una sombra oscura cubre la luz de las flores y no puedo encontrar su origen. ¿Pueden ayudarme a descubrirlo?"
Los amigos asintieron emocionados. Juntos, comenzaron a investigar. Caminaron por el bosque, preguntando a diferentes criaturas: a las ardillas, a los búhos y hasta a un viejo tortuga sabio. Todos mencionaban que la sombra provenía de un viejo roble que, en su soledad, había olvidado cómo ser feliz.
-Decidamos ir a hablar con él, quizás podamos ayudarlo a recordar su alegría! dijo Ana.
Se aventuraron hacia el viejo roble, que estaba cubierto de oscuridad y tristeza.
"¿Por qué tan triste, amigo árbol?" le preguntó Tomás con amabilidad.
"He estado solo tanto tiempo, que ya ni sé cómo era feliz. La soledad me ha consumido" respondió el roble, con una voz profunda y melancólica.
"No estás solo, todavía hay vida a tu alrededor. Tienes a tus amigos, el bosque y nos tienes a nosotros", dijo Ana.
"Podés recordarlo a través de tus raíces y los recuerdos de tus hojas" agregó Tomás.
Juntos, los tres, le contaron historias divertidas y momentos alegres. El viejo roble, con cada relato, comenzó a recordar lo que significaba ser feliz y poco a poco, la sombra que lo cubría empezó a disiparse. Sus hojas recuperaron un brillo especial, y la luz del sol los abrazó.
"Gracias, queridos amigos. Ustedes me han recordado lo hermoso que es compartir y conectar", dijo el roble con gratitud.
"¡Hurra! ¡Hicimos que el bosque cobrara vida!" gritó Drako, danzando alrededor.
Desde ese día, el bosque encantado se llenó de luz y magia. Los árboles susurraban canciones alegres y las flores sonreían con colores vibrantes. Tomás y Ana, entendieron que a veces, la soledad puede ser vencida con amistad y amor. Los tres amigos, ahora inseparables, continuaron explorando el bosque, buscando nuevas aventuras y ayudando a otros.
Y así, en el pueblo de Villaverde, siempre se contaron historias sobre cómo unos valientes niños y un dragón mágico hicieron del bosque un lugar alegre y lleno de vida.
-Fin.
FIN.