El Misterio del Bosque Susurrante



Era una tarde tranquila en el pueblo de Villamisterio, donde todos los niños jugaban felices en la plaza. Pero había un lugar que nadie se atrevía a explorar: el Bosque Susurrante. Se decía que por la noche, los árboles hablaban y contaban secretos olvidados. Un grupo de amigos, Tomás, Lila y Joaquín, decidieron desentrañar el misterio.

"¿Tenés miedo?", le preguntó Lila a Tomás.

"¿Miedo? ¡No! Solo tengo curiosidad", respondió Tomás.

Así, armados con sus linternas, se adentraron en el bosque. A medida que caminaban, los ruidos extraños comenzaron a aumentar. De repente, un susurro suave resonó entre los árboles.

"¿Escucharon eso?", preguntó Joaquín, mirando a sus amigos con ojos grandes.

"Tal vez son solo los vientos", sugirió Lila, aunque su voz temblaba.

Cuando llegaron a un claro, vieron un árbol enorme con una grieta que parecía sonreír. Decidieron acercarse. Tomás, curioso, tocó el árbol y, para su sorpresa, una voz dijo:

"¡Bienvenidos! He estado esperando que lleguen. Muchos tienen miedo de escucharme... pero yo cuento historias para aquellos que son valientes."

Los amigos se miraron emocionados.

"¿Qué tipo de historias?", preguntó Joaquín.

"Historias de amistad, valentía y aventuras. Pero también de escuchar y respetar a la naturaleza", respondió el árbol.

Los niños se sentaron y escucharon maravillados. Aprendieron lecciones importantes sobre el entorno y la amistad. Al finalizar, el árbol les dijo:

"Nunca dejen de explorar, pero siempre cuiden lo que los rodea."

Al salir del bosque, Tomás, Lila y Joaquín sonrieron, sabiendo que el verdadero misterio no estaba solo en el bosque, sino en el valor de escuchar y cuidar su mundo.

FIN.

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