El misterio del cachorro perdido


Había una vez en un pequeño pueblo cerca de la costa, un grupo de amigos que disfrutaban pasar sus días pescando en el muelle. Martín, Lucas, Sofía y Valentina eran inseparables y siempre buscaban aventuras juntos.

Un sábado por la mañana, decidieron ir a pescar al río que cruzaba el pueblo. Se levantaron temprano, prepararon sus cañas de pescar y se aseguraron de llevar todo lo necesario para pasar un día increíble: mates, facturas y mucha buena onda.

Al llegar al río, encontraron un lugar perfecto para instalarse. Mientras Martín lanzaba su anzuelo al agua con destreza, Lucas preparaba los mates con yerba recién molida. Sofía y Valentina se sentaron a su lado admirando el paisaje.

- ¡Qué lindo día para pescar! -exclamó Martín emocionado. - Sí, estoy segura de que hoy vamos a atrapar muchos peces -dijo Valentina con entusiasmo.

Mientras esperaban que los peces picaran, comenzaron a contar historias divertidas y a reírse sin parar. De repente, sintieron una fuerte sacudida en las cañas; ¡habían atrapado algo grande! - ¡Ayuda! ¡Creo que es un pez enorme! -gritó Lucas mientras intentaba contener la emoción.

Entre todos lograron sacar el pez del agua y quedaron sorprendidos por lo grande que era. Decidieron devolverlo al río como buenos pescadores responsables y continuaron disfrutando de su día soleado.

Después de un rato, Sofía propuso jugar a un juego nuevo que había inventado: consistía en hacer competencias para ver quién lanzaba más lejos su anzuelo. Todos aceptaron emocionados y comenzó la competencia. Martín demostró ser muy habilidoso y lanzó su anzuelo tan lejos que casi rozó la otra orilla del río.

Todos aplaudieron emocionados ante semejante proeza. De repente, mientras estaban concentrados en sus lanzamientos, escucharon unos ladridos provenientes del bosque cercano. Intrigados por descubrir qué era lo que ocurría, decidieron investigar juntos.

Caminando hacia el origen de los ladridos encontraron a un cachorrito perdido entre los árboles. Estaba asustado y solito; parecía haberse extraviado de su familia. - Pobrecito ¿qué haremos ahora? -preguntó preocupada Valentina acariciando al cachorro. Decidieron llevarlo consigo mientras continuaban pescando; no podían dejarlo solo en el bosque.

El cachorro se mostraba feliz saltando entre ellos y moviendo la cola sin parar.

El tiempo pasó volando entre risas, mates compartidos e historias contadas hasta que llegó la hora de regresar a casa con las canastas llenas de peces (y con un nuevo amigo animal).

Al despedirse en el muelle al atardecer después de haber vivido tantas aventuras juntos ese día especial,- ¡Hoy fue genial! Nunca olvidaremos este día soleado de pesca con amigos y mates -dijeron al unísono antes de prometerse volver pronto para seguir creando recuerdos inolvidables juntos.

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