El Misterio del Camión Amarillo
Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo de Brasil, había un camión amarillo que siempre estaba estacionado a un costado de la ruta. Los niños del pueblo, curiosos y aventureros, le habían puesto un apodo: El Camión del Terror. Cuenta la leyenda que por la noche, el camión cobraba vida y se paseaba por las calles, causando grandes sustos a quienes se cruzaban con él.
Un día, un grupo de amigos, formado por Lucas, Ana y Joe, decidió que era hora de descubrir la verdad detrás de esa leyenda. Estaban cansados de escuchar rumores y decidieron hacer un plan.
- “Tenemos que ver por nosotros mismos si el camión realmente da miedo o si solo es un invento de los adultos”, propuso Lucas con determinación.
- “Estoy de acuerdo, pero debemos hacerlo de noche, cuando todo el mundo duerme. Eso hará que sea más emocionante”, sugirió Ana, emocionada.
- “Pero, ¿y si nos encontramos con el diablo? ¡Dicen que se aparece en noches como esta! ”, dijo Joe, temblando de miedo.
Ana, intentando calmar a su amigo, respondió: “Joe, no hay ninguna prueba de que sea cierto. Solo son cuentos que se han contado demasiado. Además, somos valientes, ¿no? ”
Esa noche, equipados con linternas y un montón de dulces para intercambiar con el “diablo”, salieron hacia el lugar donde estaba el camión. El camino estaba silencioso y los árboles parecían susurrar historias hermosas.
De repente, cuando llegaron al camión, notaron que una luz parpadeaba en su interior.
- “¿Vieron eso? ¡Parece que hay alguien adentro! ”
- “Vamos a ver”, dijo Ana con valentía.
Cuando se acercaron, se dieron cuenta de que la puerta del camión estaba entreabierta. Con un suspiro profundo, Lucas decidió dar el primer paso. Al abrir la puerta, encontraron a un hombre mayor que parecía estar encerrado.
- “¡Hola! ¿Estás bien? ”, preguntó Ana.
- “Oh, gracias a Dios. ¡Pensé que jamás podría salir de aquí! ”, dijo el hombre, que resultó ser un camionero llamado Don Emilio.
- “Pensábamos que eras el diablo”, dijo Joe, aliviado y un poco avergonzado.
Don Emilio rió y les contó su historia.
“Me quedé atrapado aquí porque mi camión se descompuso. No sabía que se había vuelto famoso en el pueblo. ¡Sólo quería hacer una entrega de dulces! ”
Los niños estaban sorprendidos.
- “¿Dulces? ¡Eso suena genial! ¿Podemos ayudarte? ”
Don Emilio, al verlo tan entusiasta, aceptó la ayuda de los niños. Unieron fuerzas y, con herramientas que encontraron en el camión, lograron ponerlo en marcha nuevamente.
- “¡Excelente trabajo, chicos! Ustedes son unos verdaderos héroes”, exclamó Don Emilio, orgulloso de ellos.
Antes de irse, Don Emilio les dio una bolsa de dulces y les prometió que siempre sería amigo del pueblo.
- “Recuerden, a veces las cosas no son lo que parecen. No tengan miedo de investigar y descubrir la verdad”, concluyó.
Desde entonces, el Camión Amarillo dejó de ser conocido como El Camión del Terror y se convirtió en El Camión de las Sorpresas. Don Emilio siguió visitando el pueblo, trayendo dulces y contando historias mientras los niños reían y disfrutaban de sus aventuras.
Los tres amigos aprendieron que la curiosidad y la valentía pueden llevar a descubrimientos maravillosos, y que a veces, lo que asusta es solo un cuento que espera ser contado de una manera diferente.
FIN.