El Misterio del Castillo del Saber
Era una tarde especial en el Castillo del Saber. Un grupo de niños entusiastas se había reunido para un día de actividades y sorpresas. Oscar, Alvaro, Luciana, Ana Sofía, Sara, Charlotte, Celeste, Samuel García, Samuel Betancurt, Samuel Marmolejo, Iker, Kleyman, Aarón y Nicolás esperaban con ansias el comienzo del evento. Las profesoras Valentina, Marcela y Daniela eran las encargadas de guiar la jornada.
"¡Hola, chicos!" – saludó Valentina con una sonrisa radiante. – "Hoy vamos a descifrar un misterio muy especial."
"¿Un misterio?" – preguntó Celeste, con los ojos muy abiertos.
"¡Sí!" – exclamó Marcela emocionada. – "Se dice que en el castillo hay un tesoro escondido, y nos toca a nosotros encontrarlo. Pero para lograrl, necesitaremos trabajar en equipo y usar nuestras habilidades. ¿Están listos?"
Los niños comenzaron a murmurar llenos de emoción.
"¡Sí! ¡Estamos listos!" – gritaron al unísono.
Daniela, con un mapa antiguo en las manos, agregó:
"Este mapa nos llevará a diferentes pistas. La primera dice que debemos resolver un acertijo en la biblioteca. ¡Vamos!"
Y así, el grupo se dirigió a la biblioteca del castillo. Las altas estanterías estaban llenas de libros de aventuras y misterios. Al llegar, cada uno se dedicó a buscar el acertijo.
"Ahí está, el libro del acertijo," – dijo Nicolás, señalando un gran volumen en el estante más alto.
"¿Cómo lo alcanzamos?" – preguntó Iker, observando la altura.
"Podríamos hacer una torre humana," – sugirió Aarón.
"¡Buena idea!" – respondió Luciana.
Y así, los niños se levantaron uno sobre otro, ¡hasta que Samuel Marmolejo logró alcanzar el libro!"¡Lo tengo!" – gritó emocionado al abrirlo.
En la primera página, encontraron el acertijo:
"Soy algo que sube y nunca baja, ¿qué soy?"
"¡La edad!" – propuso Charlotte.
"¡Exacto!" – exclamó Valentina, notando la respuesta correcta en el mapa. – "Ahora tenemos que ir al siguiente lugar: el jardín de los sueños. ¡Vamos!"
Los niños se encaminaron al jardín, un lugar mágico lleno de flores de colores vibrantes y estatuas de personajes de cuentos.
"Aquí debe estar la siguiente pista," – dijo Celeste.
Al llegar al centro del jardín, encontraron una caja misteriosa.
"¡La caja!" – gritó Samuel García. – "Pero no tiene candado, ¿cómo abrimos?"
"¡Hay que tocarla!" – sugirió Kleyman.
El grupo, algo escéptico, decidió tocar la caja todos juntos. De pronto, comenzaron a sonar melodías encantadoras. Al caer la última nota, la caja se abrió mágicamente, revelando un mapa hacia la torre más alta del castillo.
"¡Vamos a la torre!" – dijo Alvaro, decidido.
Ya en la torre, se encontraron con una gran puerta, que también tenía un acertijo.
"Para entrar, deben decir una cosa que nunca pueden dejar de hacer, todos los días. ¿Qué es?"
Los niños comenzaron a pensar.
"¡Que cada uno lo diga!" – propuso Iker.
"Yo digo: aprender!" – dijo Luciana.
"Yo digo: soñar!" – dijo Nicolás.
Mientras cada uno compartía, llegó el turno de Samuel Betancurt.
"Yo digo: jugar!"
De repente, la puerta se abrió y encontraron una sala llena de juguetes y libros.
"¡Es un tesoro!" – gritaron todos.
"El verdadero tesoro es lo que aprendimos juntos hoy," – dijo Marcela, orgullosa de sus alumnos.
"¡Sí! Y ahora podemos compartirlo con más chicos," – agregó Charlotte.
Así, los niños decidieron organizar un evento para invitar a otros niños a venir al castillo, aprender y, por supuesto, jugar.
"Juntos, siempre somos más fuertes y divertidos" – concluyó Valentina con una sonrisa.
A partir de ese día, el Castillo del Saber no solo guardó un tesoro, sino que también se convirtió en un lugar donde todos aprendieron y jugaron juntos, para siempre.
FIN.