El Misterio del Castillo Embrujado
Era verano y los García, un matrimonio que había estado esperando sus vacaciones durante todo el año, finalmente tomaron la ruta hacia la costa argentina. Llenaron el coche con sus valijas y muchas ganas de disfrutar del sol y la arena. Sin embargo, cuando llegaron al lugar indicado, la casa que habían alquilado no estaba. Estaba un poco desolados, pero de repente vieron un gran castillo al final de la ruta.
"¿Qué tal si vamos a investigar ese castillo?" - propuso Clara, la esposa, con curiosidad en sus ojos, a pesar de que un leve escalofrío la atravesó.
"No sé, Clara... se dice que ese castillo está embrujado" - respondió Ricardo, su esposo, un poco más cauteloso.
"Pero es nuestra única opción de alojamiento. Además, ¿y si encontramos algo extraordinario?" - insistió Clara, emocionada.
Decidieron acercarse al castillo. Al llegar, notaron que las puertas estaban entreabiertas. Sin pensarlo dos veces, entraron. El interior era aún más extraño de lo que imaginaron; cuadros antiguos, enormes candelabros y una atmósfera de misterio los envolvía.
"Mirá, hay un libro en esa mesa" - señaló Ricardo, acercándose con precaución. Clara lo siguió.
El libro estaba cubierto de polvo y tenía una cerradura extraña. Sin embargo, al tocarlo, algo mágico sucedió, y la cerradura se abrió lentamente.
Al abrir el libro, un torbellino de luz salió del mismo y comenzaron a aparecer figuras de fantasmas amistosos. Uno de ellos se presentó: "¡Hola! Somos los fantasmas de este castillo, y llevamos siglos esperando a alguien como ustedes para liberarnos de un hechizo".
"¿Un hechizo?" - preguntó Clara, intrigada.
"Sí, un hechizo que nos mantiene atrapados aquí. Necesitamos que encontréis la llave dorada y la uséis para romperlo" - explicó el fantasma, que se llamaba Federico, con voz amable.
"¿Dónde se encuentra la llave dorada?" - preguntó Ricardo, un poco escéptico pero intrigado.
"En el jardín encantado, pero está protegido por un enigma. Solo quienes tengan un corazón puro podrán resolverlo" - dijo Federico.
Decididos a ayudar a los fantasmas, los García siguieron las instrucciones y salieron al jardín, donde las flores brillaban en colores intensos. Al llegar, se encontraron con un gran árbol que les habló:
"Para encontrar la llave dorada, debéis responder a este enigma: ¿Qué es más fuerte que el acero, más ligero que una pluma y más valioso que el oro?".
Clara pensó un momento y dijo: "Es el amor".
El árbol sonrió. "Correcto, aquí está la llave dorada". De la nada, apareció una hermosa llave dorada que brillaba como el sol. Emocionados, regresaron al castillo y buscaban la cerradura.
Al encontrarla, Clara insertó la llave y giró lentamente. Un trueno sonó y una luz brillante iluminó el lugar. Los fantasmas comenzaron a danzar felices, libres al fin de su prisión encantada.
"¡Lo lograron! Gracias, amigos" - exclamó Federico. "Nunca olviden que el amor y la valentía pueden romper cualquier hechizo".
Clara y Ricardo sonrieron. "Nosotros también hemos aprendido algo valioso. A veces, lo inesperado puede ser una aventura increíble".
Con un nuevo sentido de maravillas, los García volvieron a su auto, listos para disfrutar sus vacaciones. Pero ahora sabían que la verdadera magia estaba dentro de ellos mismos.
El castillo quedó atrás, pero en su corazón llevaban una historia que contar, una lección aprendida y la certeza de que el amor y la valentía pueden cambiar el rumbo de cualquier aventura.
FIN.