El Misterio del Cerro de los Siete Colores



Era un día soleado en Salta y los hermanos Mateo y Sofía estaban listos para una aventura. Su abuelo siempre les contaba historias sobre el cerro de los siete colores, un lugar mágico y misterioso. Esa mañana, decidieron que finalmente era tiempo de explorarlo.

"Abuelo, ¿podemos ir a ver el cerro de los siete colores?" preguntó Sofía.

"¡Por supuesto! Pero tengan cuidado, porque se dice que en el cerro habita un puma muy especial que protege la montaña", les respondió el abuelo con una sonrisa.

Los hermanos se llenaron de emoción y empacaron unos deliciosos tamales para el camino. Caminando con entusiasmo, se dirigieron hacia el cerro, admirando la belleza del paisaje a su alrededor.

Cuando llegaron al cerro, sus ojos se iluminaron al ver las impresionantes capas de colores que formaban la montaña. Rojo, amarillo, verde, y azul eran solo algunos de los tonos vibrantes que bailaban con la luz del sol.

"¡Es como un arcoíris!" exclamó Mateo, asombrado.

Pero de repente, escucharon un ruido fuerte, como un trueno.

"¿Qué fue eso?" murmuró Sofía con cierta inquietud.

"No sé, pero vamos a investigar", dijo Mateo con valor.

Siguiendo el sonido, se alejaron un poco del sendero y encontraron un árbol gigante.

"Mirá, ¡es un quebracho colorado!" comentó Mateo.

Sofía se acercó, tocando la corteza rugosa del árbol.

"Es impresionante. Pero, ¿vos creés que el puma vive aquí?" preguntó Sofía mirando a su alrededor.

"Tal vez, pero también quizás sea él quien hizo ese ruido", sugirió Mateo.

De repente, un hermoso puma apareció entre los arbustos, con un pelaje dorado que brillaba bajo el sol. Los hermanos se quedaron paralizados. El puma los miró, y aunque al principio se asustaron, pronto se dieron cuenta de que el puma no quería hacerles daño. Al contrario, parecía curioso.

"¡Hola, amigo!" dijo Mateo con voz temblorosa.

El puma se acercó y de pronto soltó un suave ronroneo, como si estuviera hablando.

"No tengan miedo. Soy el guardián de este cerro y de todos sus secretos", dijo el puma, sorprendentemente.

Los hermanos se quedaron boquiabiertos.

"¿Nos puedes contar sobre los colores del cerro?" preguntó Sofía, llenándose de preguntas.

"Cada color representa algo especial: el rojo es la fuerza, el amarillo la alegría, el verde la vida, y el azul la tranquilidad. Pero hay un problema...", explicó el puma.

"¿Qué problema?" inquirió Mateo.

"Los colores están empezando a desvanecerse porque la gente ha olvidado la importancia de cuidar la naturaleza. Necesito su ayuda para recordarles a todos lo especial que es este lugar", dijo el puma con una voz triste.

Mateo y Sofía se miraron, entendiendo que tenían una misión.

"¿Cómo podemos ayudar?" preguntaron al unísono.

"Cuando regresen a su pueblo, cuenten a todos sobre el cerro y sus colores. Organicen un festival de la naturaleza. Hagan que la gente venga a ver la belleza que tenemos aquí y a cuidar de ella", respondió el puma.

Los hermanos asintieron con entusiasmo.

"¡Sí, lo haremos!" dijeron juntos.

Después de hablar con el puma, los hermanos tomaron un par de semillas del quebracho colorado como recuerdo y se despidieron de su nuevo amigo, prometiendo que volverían.

Cuando regresaron al pueblo, se pusieron a trabajar. Hicieron carteles, hablaron con amigos y vecinos, e invitaron a todo el mundo a un festival en honor al cerro y a la naturaleza. Ese día, todos llegaron a descubrir la magia del lugar y aprender acerca de cómo protegerlo.

Como resultado, el cerro de los siete colores volvió a brillar intensamente y los habitantes del pueblo comenzaron a cuidar más de la naturaleza. Mateo y Sofía, felices, sabían que su aventura había comenzado algo hermoso.

Meses después, mientras disfrutaban de unos sabrosos tamales bajo el quebracho colorado, Mateo miró a Sofía y le dijo:

"¿No creés que deberíamos volver a visitar al puma?"

"Claro, estoy segura de que le encantaría saber que la gente ahora viene a cuidar el cerro" respondió Sofía.

Y así, los hermanos soñaban con su próxima aventura, sabiendo que cuidar de su entorno era tan importante como disfrutar de su belleza.

Fin.

FIN.

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