El misterio del Cerro Dragón



En un hermoso pueblo llamado Iquique, todos vivían en armonía gracias al cuidado del dragón que dormía bajo la arena del cerro, conocido como el Cerro Dragón.

Este dragón mágico, de escamas brillantes y ojos centelleantes, velaba por la seguridad y el bienestar de todos los habitantes. Nadie conocía su verdadero nombre, pero todos lo respetaban y agradecían su protección. Sin embargo, un día, algo inesperado sucedió: una misteriosa sombra oscura empezó a extenderse por el pueblo.

Las cosechas se marchitaban, los animales se enfermaban y la gente comenzaba a sentir miedo. El alcalde, preocupado por la situación, decidió convocar a una reunión urgente en la plaza principal.

- Vecinos, debemos hacer algo para detener esta terrible oscuridad que amenaza nuestra paz. ¿Alguien tiene alguna idea? - expresó con preocupación. En ese momento, un niño llamado Mateo levantó la mano y dijo: - Creo que el Cerro Dragón puede ayudarnos.

Escuché a mi abuelita contar que cuando era joven, un antiguo libro hablaba de cómo despertar al dragón en tiempos de gran necesidad. Todos se sorprendieron con las palabras del niño, pero decidieron seguir sus instintos y buscaron el libro en la vieja biblioteca del pueblo.

Después de muchas horas, encontraron el libro que hablaba sobre el despertar del dragón. El antiguo texto sugería que el sonido de tambores y flautas era capaz de despertar al dragón.

Sin perder un segundo, los habitantes se organizaron para preparar una gran fiesta con música y baile al pie del Cerro Dragón. Al llegar la noche, la música resonaba en toda la ciudad, y los tambores retumbaban en lo más profundo del cerro.

Poco a poco, la tierra empezó a temblar, y de entre la arena emergió el majestuoso Cerro Dragón. Con cada batir de sus alas, la oscuridad que envolvía el pueblo desaparecía, las plantas volvían a florecer y los animales recobraban su vitalidad.

- ¡Gracias, valientes habitantes de Iquique! - rugió el dragón con voz poderosa. - Recordad que el verdadero poder para superar las dificultades está en la solidaridad y la unión.

A partir de ese día, el Cerro Dragón se convirtió en símbolo de esperanza y enseñanza para todos en Iquique, quienes aprendieron que trabajando juntos podían superar cualquier desafío y mantener viva la magia y armonía en su pueblo.

FIN.

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