El misterio del cielo azul
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde vivían muchos animalitos felices y curiosos.
En este lugar mágico, todos los días se reunían en la plaza central para escuchar las historias que les contaba la sabia tortuga Doña Rita. Un día, Doña Rita decidió contarles a los animalitos el misterio de por qué el cielo es azul. Todos los pequeños animales se sentaron en círculo alrededor de ella, ansiosos por escuchar la historia.
"¡Buenos días, queridos amiguitos! Hoy les voy a contar por qué el cielo es azul", comenzó Doña Rita con su voz calmada y dulce.
Los animalitos prestaron mucha atención mientras Doña Rita continuaba: "Hace mucho tiempo, cuando el mundo era aún muy joven, el cielo no tenía color. Era simplemente blanco y transparente. Los rayos del sol lo atravesaban sin ningún obstáculo". Los ojos de los animalitos brillaban de emoción al imaginar aquella escena tan especial.
"Pero un día, algo maravilloso sucedió", dijo Doña Rita con una sonrisa misteriosa. "Una niña llamada Luna, que vivía en las montañas más altas, decidió regalarle al cielo un poco de color.
Con sus manos llenas de pintura azul, subió hasta lo más alto y comenzó a pintar el firmamento con trazos suaves y delicados". Los animalitos no podían contener su emoción ante esta historia tan hermosa.
"Y así fue como poco a poco, el cielo fue adquiriendo ese tono azul tan especial que vemos todos los días", concluyó Doña Rita. Los pequeños animales aplaudieron emocionados y agradecieron a la sabia tortuga por compartirles aquel relato tan fascinante.
Desde ese día, cada vez que miraban hacia arriba y veían el cielo azul brillante, recordaban la historia de Luna y cómo había transformado para siempre aquel paisaje celestial.
Y así, entre risas y juegos, los habitantes de Arcoíris aprendieron una valiosa lección: que detrás de cada maravilla del mundo hay una historia llena de magia y amor. Y que nunca debemos dejar de preguntarnos "¿por qué?" para descubrir nuevos secretos sobre nuestro increíble universo.
FIN.