El misterio del colegio encantado


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos amigos llamados Benja y Pedro. Eran inseparables y siempre se aventuraban juntos en emocionantes travesuras.

Un día, escucharon rumores sobre un antiguo colegio embrujado que estaba abandonado en las afueras del pueblo. Benja y Pedro tenían mucha curiosidad por descubrir si los rumores eran ciertos. Decidieron que sería una gran aventura visitar el colegio embrujado y ver si podían encontrar pruebas de que realmente estaba encantado.

Con sus mochilas llenas de valentía y determinación, los chicos se dirigieron al colegio embrujado. Al llegar, vieron que el lugar era tenebroso y oscuro, pero eso no les detuvo.

Empujaron la puerta principal con cuidado y entraron al edificio misterioso. Dentro del colegio, todo parecía normal al principio. Pero a medida que exploraban más a fondo, comenzaron a notar cosas extrañas: puertas que se cerraban solas, ruidos misteriosos y sombras moviéndose por los pasillos.

De repente, una voz escalofriante resonó en el aire: "¡Quienes osan entrar aquí serán atrapados para siempre!". Benja y Pedro se miraron asustados pero decidieron continuar con su misión de buscar evidencias del fantasma.

Mientras avanzaban por el pasillo principal hacia las aulas vacías, encontraron un diario antiguo tirado en el suelo. Era un diario perteneciente a uno de los antiguos estudiantes del colegio llamado Martín. Curiosos por saber más, los chicos comenzaron a leer el diario en voz alta.

A medida que leían, descubrieron la triste historia de Martín, quien había sido víctima de bullying en aquel colegio. Martín se sentía solo y abandonado por sus compañeros.

Benja y Pedro sintieron empatía por Martín y decidieron hacer algo al respecto. Sabían que no podían dejarlo atrapado en ese lugar embrujado para siempre. Decidieron ayudar a Martín a encontrar la paz. Con valentía, buscaron pistas sobre cómo liberar el espíritu de Martín del colegio embrujado.

Descubrieron que debían encontrar su viejo estuche de lápices y llevarlo al patio del colegio. Corrieron hacia el salón donde solía estudiar Martín y encontraron su estuche escondido bajo un montón de libros polvorientos.

Luego, corrieron hacia el patio del colegio con el estuche en mano. Una vez allí, colocaron cuidadosamente el estuche sobre una mesa antigua y recitaron palabras amables mientras cerraban los ojos e imaginaban a Martín feliz y libre.

De repente, una luz brillante envolvió todo el patio del colegio embrujado. Cuando Benja y Pedro abrieron los ojos, vieron a un niño sonriente frente a ellos: ¡era Martín! El fantasma había encontrado finalmente la paz que tanto necesitaba.

Martín les dio las gracias a Benja y Pedro por haberle ayudado a ser libre nuevamente. Prometió protegerlos siempre como muestra de gratitud. Desde aquel día, Benja, Pedro y Martín se convirtieron en amigos inseparables.

Juntos, ayudaron a otros niños que sufrían bullying y les enseñaron la importancia de ser amables y respetuosos con los demás.

Y así, esta valiente aventura en el colegio embrujado se convirtió en una lección para Benja, Pedro y todos los niños del pueblo sobre la importancia de la empatía y el valor de hacer el bien.

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