El misterio del edificio encantado


Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, un grupo de amigos muy unidos que se llamaban María, Óscar y su pomeranian llamado Peluche.

Les encantaba jugar al fútbol juntos, comer pizza los viernes por la noche y pasar horas jugando videojuegos. Un día, mientras paseaban a Peluche por el parque, se encontraron con un edificio abandonado que siempre les había dado miedo. Se decía que estaba embrujado y que nadie se atrevía a entrar allí.

Pero María, Óscar y Peluche eran valientes y decidieron investigar. Al entrar al edificio, descubrieron algo increíble: ¡una sala llena de animatrónicos! Estaban asustados pero también intrigados por el misterio que envolvía aquel lugar.

De repente, escucharon un ruido extraño y vieron a un pequeño pollito correr asustado. Decidieron seguirlo y descubrieron que el pollito era en realidad un espíritu atrapado en ese lugar desde hacía muchos años. "¡Oh no! ¿Qué haremos ahora?", exclamó María con preocupación.

"No te preocupes María, debemos ayudar a este pollito fantasma a encontrar la paz", dijo Óscar decidido. Así comenzó una aventura llena de comedia, drama y momentos de terror.

Los amigos debían resolver el misterio del edificio embrujado para liberar al pollito fantasma y a los demás espíritus atrapados allí. Con la ayuda de Peluche, quien resultó ser valiente a pesar de su tamaño, lograron desentrañar pistas ocultas entre los animatrónicos para llegar al fondo del problema.

Finalmente, descubrieron que todo había sido causado por un accidente durante un antiguo concierto en ese lugar. Los espíritus estaban inquietos porque nunca habían podido despedirse adecuadamente de sus seres queridos.

María tuvo una idea brillante: organizar un concierto especial donde los espíritus pudieran transmitir sus mensajes de amor y paz. El concierto fue todo un éxito y los espíritus finalmente pudieron encontrar la tranquilidad que tanto ansiaban.

El pollito fantasma les dio las gracias a María, Óscar y Peluche antes de desaparecer en una luz brillante. Desde ese día, el edificio dejó de estar embrujado y se convirtió en un lugar lleno de música y alegría para todos los habitantes del barrio.

Y así, María, Óscar y Peluche aprendieron que trabajar juntos como equipo podían superar cualquier miedo o desafío que se les presentara en la vida.

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