El Misterio del Hombre Lobo
Era un hermoso día soleado cuando dos amigos, Milton y Luna, decidieron aventurarse en el misterioso bosque que se extendía cerca de su pueblo. Con historias de hombres lobos y criaturas fantásticas rondando sus cabezas, la curiosidad los llevó a explorar.
"Che, Luna, ¿no escuchaste lo que dicen de este bosque?" - preguntó Milton con ojos brillantes.
"Sí, dicen que hay un hombre lobo que sale a la medianoche. ¡Qué miedo!" - respondió Luna, un poco asustada pero emocionada.
Milton, con su espíritu audaz, tuvo una idea:
"¿Y si vamos a esperar a que salga? Podríamos llegar a las 11:30 y ver si es verdad. ¡Sería una aventura increíble!"
Luna dudó un momento, pero la emoción de la aventura la convenció.
"Bueno, está bien. Pero prometeme que no vamos a hacer nada peligroso, ¿sí?"
"¡Prometido!"
Así que equipados con sus linternas, comenzaron su recorrido hasta el corazón del bosque. Mientras caminaban, la luna llena iluminaba su camino, creando sombras misteriosas entre los árboles.
Al llegar a un claro, se sentaron en un tronco caído y esperaron en silencio. El reloj marcaba 11:55. Milton, nervioso, empezó a contar:
"Faltan solo cinco minutos. No puedo esperar más. ¿Crees que será real?"
"Espero que no. Y si lo es, ¿qué hacemos?" - Luna miraba a su alrededor, cada ruido la ponía más nerviosa.
De pronto, les pareció escuchar un aullido lejano.
"¡Ese es!" - exclamó Milton.
"O puede ser un perro..." - dijo Luna, tratando de tranquilizarse.
Las manecillas del reloj avanzaban lentamente, y cuando finalmente marcó las 12, un susurro recorrió el aire. Los dos amigos se tomaron de la mano, sintiendo que el ambiente se volvía más denso. Un instante después, una figura oscura emergió de entre los árboles, con ojos brillantes que reflejaban la luz de la luna.
Ambos se quedaron paralizados, pero al acercarse, se dieron cuenta de que no era un hombre lobo, sino un viejo lobo amable que parecía perdido.
"¡Mirá, no es un hombre lobo!" - dijo Milton, sorprendido.
"Es un lobo de verdad, y parece estar solo" - susurró Luna.
El lobo se acercó despacito, moviendo su cola. Parecía más asustado que ellos.
"¡Hola, amigo!" - dijo Milton.
"Quizás se perdió. Debemos ayudarlo" - sugirió Luna.
Entonces, los dos amigos decidieron hacer algo inesperado:
"Vamos a buscar a su manada. Debe estar preocupado por ellos" - propuso Milton.
Luna asintió, y juntos comenzaron a llamarlo suavemente, llevándolo hacia un sendero que parecía más claro. Después de unos minutos de caminar, escucharon aullar a otros lobos, y el viejo lobo empezó a correr hacia el sonido.
"¡Ahí está su manada! Vamos!" - gritó Milton.
"¡Esperá!" - dijo Luna, corriendo detrás de él.
Llegaron a un claro donde varios lobos estaban reunidos. Al ver al viejo lobo, todos aullaron alegremente.
"¡Lo encontraron!" - exclamó Luna, sonriendo.
"¡Esto fue más emocionante que cualquier hombre lobo!" - dijo Milton.
Finalmente, el viejo lobo se unió a su manada, mirando hacia los amigos agradecido.
"¡Hicimos una buena acción!" - dijo Luna, orgullosa.
"Y aprendimos que no todo lo que parece es lo que es" - agregó Milton.
Contentos por su aventura, los dos amigos regresaron a casa bajo la luz de la luna, con un nuevo respeto por el bosque y sus misterios.
"La próxima vez, deberíamos explorar más, pero sin miedo a lo desconocido" - sugirió Milton.
"Sí, y tal vez contemos la historia de cómo ayudamos a un lobo. ¡Esa es una verdadera aventura!" - sonrió Luna.
Y así, cada vez que volvían al bosque, recordaban su encuentro y la lección sobre la valentía y la amistad, y cómo a veces los miedos pueden transformarse en bellos recuerdos cuando se elige ayudar a otros.
FIN.