El misterio del hueso perdido



Había una vez en un tranquilo vecindario, un perro llamado Ruffo, un gato llamado Pelusa y un ratón llamado Ratón. Ellos eran los mejores amigos y siempre se divertían juntos.

Un día, mientras jugaban en el jardín, encontraron un hueso muy grande y brillante. Estaban tan emocionados que comenzaron a jugar con él, pasándoselo de un lado a otro. Sin embargo, en un descuido, el hueso rodó hacia el jardín vecino, un lugar misterioso y lleno de enigmas.

Los tres amigos estaban preocupados, pero decidieron que debían cruzar la cerca y encontrar el hueso perdido. Así que, sin perder tiempo, empezaron su aventura hacia lo desconocido.

Al llegar al jardín vecino, se encontraron con el temible gato callejero Don Gato, quien les advirtió sobre los peligros que podían enfrentar. -¿A dónde creen que van, amiguitos? Este es un lugar muy peligroso, lleno de trampas y enemigos.

Ustedes deberían irse a casa antes de que les pase algo malo -les advirtió Don Gato con voz grave y seria. Pero Ruffo, Pelusa y Ratón estaban decididos a recuperar el hueso perdido, así que le agradecieron a Don Gato por su advertencia y continuaron con valentía su búsqueda.

En su recorrido se encontraron con varios desafíos, pero trabajando juntos y usando su ingenio lograron sortearlos.

Luego de superar muchas dificultades, finalmente llegaron a la guarida del hueso perdido, donde se toparon con un grupo de ratas que se tambaleaban sobre una pila de objetos brillantes y coloridos. -¡Ese hueso es nuestro! -gruñó el líder de las ratas. -Lo encontramos primero y no lo vamos a dejar ir tan fácilmente.

Ruffo, Pelusa y Ratón trataron de razonar con las ratas, explicándoles lo importante que era el hueso para ellos. Pero las ratas se negaban a escuchar. De repente, Pelusa tuvo una brillante idea.

Recordó que en el jardín vecino había una caja llena de juguetes para gatos, así que propuso intercambiar el hueso por un juguete para las ratas. Las ratas dudaron al principio, pero al final aceptaron el trueque. Con el hueso recuperado, los tres amigos regresaron triunfantes a su hogar, donde celebraron su valentía y astucia.

Aprendieron que trabajando en equipo y usando su ingenio, podían superar cualquier desafío. Y, desde entonces, valoraron aún más su amistad y las aventuras que compartían juntos.

FIN.

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