El Misterio del Jardín de la Escuela



Era un día soleado en la pequeña localidad de La Pampa, en Argentina, en el año 1980. La escuela primaria —"Sarmiento"  se erguía con su tradicional fachada de ladrillos rojos y un gran jardín al frente. En ese lugar, un grupo de niños vivían aventuras cada día, y hoy no iba a ser la excepción.

"¿Viste que el jardín está distinto?" - preguntó Juan, el más curioso del grupo.

"Sí, lo noté. Hay flores que antes no estaban aquí" - respondió Rosa, observando atentamente el colorido paisaje.

"¡Vamos a investigar!" - propuso Tomás, que siempre estaba listo para una nueva aventura.

Los tres amigos, Juan, Rosa y Tomás, decidieron que tenían que descubrir qué había pasado con el jardín. La maestra de educación artística, la señora Alvarado, siempre les contaba historias sobre las plantas y la importancia de cuidarlas.

"¿Ustedes sabían que las flores pueden contar historias?" - les decía.

Inspirados por sus palabras, los amigos comenzaron a buscar pistas en el jardín. De repente, Rosa exclamó:

"¡Miren! Hay un pequeño camino entre las flores, ¿se animan a seguirlo?"

"Claro, ¡vamos!" - dijo Tomás, emocionado.

Mientras caminaban, el sendero los llevó a un rincón pixelado con hojas y vapores de colores. Allí, encontraron una pequeña puerta entre dos arbustos.

"¿Qué es esto?" - preguntó Juan, asombrado.

"Parece una puerta mágica. ¿Entramos?" - sugirió Rosa, llena de entusiasmo.

Con un empujón suave, la puerta se abrió y ante ellos apareció un mundo lleno de criaturas fantásticas que hablaban.

"¡Bienvenidos, amigos!" - dijo un lindo colibrí de colores brillantes. "Soy Brisa, la guardiana de este jardín secreto. ¿Vienen a aprender de nosotros?"

Los niños estaban boquiabiertos. Todo en ese lugar era asombroso.

"¿De verdad? ¿Qué podemos aprender?" - preguntó Tomás con una gran sonrisa.

"Aquí cada planta tiene una historia que contar. Conocen secretos importantes sobre la vida en la Tierra" - respondió Brisa, guiándolos a través del jardín.

Bajo el árbol más grande, Brisa les enseñó sobre la fotosíntesis. Les mostró cómo las hojas absorben la luz del sol y producen alimento para la planta.

"¡Eso es genial!" - exclamó Juan. "Nunca pensé que las plantas fueran tan importantes".

Luego, se encontraron con una flor que se quejaba por el aire contaminado y una mariquita que les habló sobre la importancia de los insectos en el ecosistema.

"Cada uno de nosotros tiene un papel en la naturaleza" - dijo la mariquita. "Si no cuidamos el ambiente, perderemos todo esto".

Los niños, emocionados por lo que estaban aprendiendo, prometieron cuidar el jardín de la escuela.

"¿Este lugar es solo secreto para nosotros?" - preguntó Rosa.

"No, todos pueden venir. Pero hay que enseñarles a cuidar la naturaleza, como ustedes" - respondió Brisa.

Con esta nueva misión, los amigos regresaron al mundo real, llenos de ideas para un proyecto escolar. Decidieron que debían organizar una campaña para enseñar a sus compañeros sobre el cuidado de las plantas y el medio ambiente.

En la escuela, presentaron una exposición: "El Jardín de los Secretos". Crearon carteles con datos sobre las plantas, sus beneficios, y además enseñaron a sus compañeros cómo plantar y cuidar un pequeño jardín.

"Cada semilla que plantamos hoy es un futuro árbol mañana" - dijo Tomás durante la presentación.

"Exactamente, ¡eso es lo que aprendimos de Brisa!" - añadió Rosa.

La campaña fue un éxito. Todos los chicos se sumaron y el jardín de la escuela se llenó de vida y color. Se dieron cuenta de que era fundamental cuidar el mundo que los rodeaba.

Así, Juan, Rosa y Tomás no solo vivieron una aventura mágica, sino que también se convirtieron en los defensores del jardín de su escuela. Y cada vez que miraban las flores, recordaban que en cada una de ellas había una historia que contar.

FIN.

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