El misterio del jardín encantado



En un soleado día en el jardín encantado, una pequeña abeja llamada Beatriz zumbaba felizmente de flor en flor. Beatriz era muy curiosa y siempre deseaba conocer cosas nuevas. Un buen día, al sobrevolar una vieja casita en el jardín, vio algo extraño. - ¡Hola! ¿Quién está ahí? - preguntó Beatriz, mientras se acercaba.

De repente, un fantasma amistoso llamado Filipo apareció entre susurros y brillos. - ¡Boo! ¡Soy Filipo, el fantasma del jardín! - dijo con una sonrisa. - No te asustes, sólo estoy buscando un amigo.

Beatriz, intrigada, respondió: - ¿Qué tipo de amigo buscas?

- Busca a un robot que se perdió hace mucho tiempo. Su nombre es Robi y era el guardián de este lugar. - explicó Filipo, con un tono nostálgico.

- ¡Puedo ayudarte! - exclamó Beatriz emocionada. - ¿Cómo es Robi?

- Es un robot amigable, con una gran luz en su pecho. Ayudaba a flores y animales a estar felices. Pero un día, se fue y nadie lo ha visto desde entonces. - dijo Filipo.

Beatriz se puso manos a la obra. Zumbando por todo el jardín, comenzó a preguntar a otros habitantes si habían visto a Robi. - ¡Hola, tortuga Tina! ¿Has visto a un robot llamado Robi? - preguntó Beatriz.

- ¡Sí! Creo que lo vi cerca del lago, intentando ayudar a unas ranas! - respondió Tina.

- ¡Gracias! - dijo Beatriz y corrió hacia el lago. - ¡Robiii! - gritó, esperando que la escuchara.

Robi apareció de detrás de unos juncos, cubierto de hojas. - ¡Hola! - dijo con su voz metálica. - He estado ayudando a las ranas a saltar más alto.

- ¡Qué bueno! - exclamó Beatriz. - Filipo te estaba buscando. ¡Él quiere ser tu amigo! - Filipo, al escuchar esto, aplaudió emocionado.

- ¡Estás aquí! - dijo Filipo al ver a Robi. - Siempre quise tener un amigo como vos, me encantaría ayudarte en el jardín.

- ¡Y yo tengo mucho que ofrecer! - respondió Robi, moviendo su luz felizmente. - Juntos podemos cuidar de todas las flores y los animales.

Desde ese día, el jardín se llenó de risas y alegría. Beatriz, Filipo y Robi formaron un gran equipo, cuidando de su hogar y ayudando a todos los que lo necesitaban. Así, el fantasma encontró su amigo, la abeja descubrió la importancia de la amistad y el robot mostró que siempre hay algo valioso que dar.

Y así, en el jardín encantado, la amistad brillaba más que nunca.

FIN.

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