El Misterio del Laboratorio de Códigos



Era un viernes soleado en Barquisimeto, en el colegio San Pedro. Las chicas de sexto grado, Antonella, Camila, Brianna y Lucía, estaban ansiosas por entrar al laboratorio de computación. Habían escuchado rumores sobre un nuevo juego educativo que el profesor estaba por presentarles.

"No puedo esperar más, ¿qué les parece si hacemos un plan para esta clase?" - sugirió Antonella con emoción.

"Claro, pero primero tenemos que recordar las normas del laboratorio. No queremos meternos en problemas" - respondió Camila, siempre la más responsable.

Las chicas se sentaron y comenzaron a revisar las normas. Una de ellas decía que nunca debían compartir sus contraseñas ni descargar archivos de sitios desconocidos.

Mientras pasaba el tiempo, llegó el profesor con un brillo de misterio en sus ojos.

"Chicas, hoy vamos a jugar un juego muy especial. Se llama ‘El Escape del Laboratorio’. Tendrán que resolver acertijos y seguir pistas, pero deben recordar las normas siempre” - explicó el profesor.

"¡Qué genial!" - exclamó Brianna, mientras aplaudía de alegría.

Comenzó el juego y las chicas se dividieron en equipos. Camila y Lucía decidieron trabajar juntas, mientras que Antonella y Brianna formaron la otra pareja. Cada pista requería esfuerzo y colaboración, y poco a poco comenzaron a avanzar.

Sin embargo, justo cuando estaban a punto de desvelar el siguiente código, se dieron cuenta de que había un problema. Una de las computadoras estaba funcionando extrañamente.

"Chicas, algo no está bien aquí. La computadora muestra un error raro y no podemos avanzar" - comentó Lucía con preocupación.

"Yo vi que alguien dejó abierta una página de un sitio desconocido. Puede ser que haya un virus o algo así" - dijo Antonella, recordando la norma que habían revisado al inicio.

"¡Eso no puede ser! Necesitamos ayudar a nuestra computadora, pero, ¿cómo?" - planteó Brianna.

Pensaron un momento y luego Camila recordó que tenían que aplicar lo aprendido.

"Si seguimos las normas y no intentamos arreglarlo sin saber, podríamos encontrar la forma correcta de solucionarlo" - sugirió.

"Tenés razón. Arreglar la computadora debe estar en las pistas también" - agregó Lucía.

Con esa idea en mente, decidieron buscar información sobre cómo tratar errores de computadoras. Se acordaron de una regla de oro: siempre investigar antes de actuar. Así, organizaron todo lo que habían aprendido y lo unieron con su intuición. Después de un rato buscando, encontraron la respuesta en un libro antiguo que estaba en la biblioteca.

"¡Lo tenemos! Necesitamos reiniciar el sistema y luego escanear para encontrar el problema!" - gritó Brianna.

Las chicas hicieron todo lo que habían planeado y, para su sorpresa, la computadora se puso en marcha nuevamente, mostrando la siguiente pista del juego.

"Lo logramos, chicas. Este lugar es nuestro laboratorio y hay que cuidarlo siguiendo las normas” - dijo Antonella.

Al final del juego, el profesor las felicitó por su trabajo en equipo y su comprensión de la importancia de las reglas.

"Chicas, lo que hicieron hoy no solo fue resolver un misterio, sino también aprender a cuidar nuestro entorno digital. ¡Eso es un gran logro!" - concluyó el profesor.

El timbre sonó, y con una sonrisa en sus rostros, las amigas supieron que juntas eran un gran equipo, no solo frente a una computadora, sino frente a cualquier situación. Y así, se fueron a casa, inspiradas y listas para su siguiente aventura, siempre recordando que cada problema tiene solución cuando se sigue las reglas.

FIN.

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