El Misterio del Lago del Parque



En el corazón de un parque muy querido por los niños del barrio, había un lago que todos consideraban especial. Los adultos solían advertirles que no se acercaran mucho al agua, ya que había rumores de un monstruo que habitaba en sus profundidades. Pero los niños, llenos de curiosidad e imaginación, decidieron que era hora de descubrir la verdad.

Un grupo de amigos, formado por Emma, Lucas, Sofía y Tomás, se reunió un soleado sábado por la mañana para llevar a cabo su plan.

"¿Están listos para la aventura?" - preguntó Emma, con sus ojos brillando de emoción.

"¡Sí! Tengo la cámara preparada!" - exclamó Lucas, mientras ajustaba la mochila al hombro.

"Espero que el monstruo no sea tan aterrador como dicen" - agregó Sofía con un leve temblor en su voz.

"No hay que tener miedo, Sofía. Solo queremos hacer amigos" - dijo Tomás tratando de tranquilizarla.

Los cuatro amigos llegaron al lago y se sentaron en la orilla. El agua era un espejo que reflejaba el cielo azul y los árboles que lo rodeaban.

"Miren, allá hay algo que se mueve" - apuntó Lucas, señalando el centro del lago.

"¡Tal vez sea el monstruo!" - dijo Sofía, un poco asustada pero emocionada.

Decididos a averiguarlo, se pusieron de acuerdo para construir una pequeña balsa con ramas y hojas que encontraron en el parque. Tras un arduo trabajo en equipo, lograron hacer una balsa lo suficientemente resistente.

"¡Es hora de navegar!" - gritó Tomás, y juntos empujaron la balsa al agua.

Mientras remaban, todos miraban a su alrededor con ojos bien abiertos. De pronto, un gran chapoteo resonó en el lago, haciendo que todos se sobresaltaran. Del agua emergió una enorme figura con escamas brillantes y ojos grandes.

"¡Es el monstruo! Ya no podemos regresar!" - gritó Lucas, apretando el remo con fuerza.

Pero, para sorpresa de todos, el monstruo no parecía agresivo. En cambio, comenzó a acercarse lentamente a la balsa.

"No tengan miedo, soy el guardián del lago" - dijo el monstruo con voz suave y melodiosa.

"¿Guardían?" - preguntó Sofía, mirando al monstruo a los ojos.

"Sí, mi nombre es Miri. Cuido de este lago y de todos los seres que viven en él. Me alegra ver nuevos rostros por aquí" - explicó Miri, sonriendo.

Los niños se miraron entre sí, aún sorprendidos, pero pronto se dieron cuenta de que no había nada que temer.

"¿Por qué no nos avisaste que no eras peligroso?" - preguntó Emma.

"A veces, la gente se deja llevar por los rumores en vez de conocer la verdad. Siempre es mejor preguntar directamente" - respondió Miri.

Los niños, intrigados, empezaron a hacerle preguntas sobre el lago, los peces y las plantas que allí vivían. Miri les contó cómo el lago tenía un papel muy importante en el ecosistema del parque.

"Sin el lago, muchas criaturas no podrían vivir aquí. Soy responsable de que siempre esté limpio y saludable" - dijo Miri.

El tiempo pasó volando mientras escuchaban las historias del monstruo.

"¿Nos dejarías ayudarte a cuidar del lago?" - propuso Tomás, emocionado.

"¡Claro!" - respondió Miri. "Con su ayuda, podemos organizar una gran limpieza del lago y enseñar a otros niños sobre la importancia de cuidar la naturaleza."

Así fue como los cuatro amigos se convirtieron en los nuevos cuidadores del lago. Aprendieron sobre la flora y fauna del lugar, y a través de su cuidado, comenzaron a educar a otros niños sobre la preservación del medio ambiente.

Durante las semanas siguientes, organizaron actividades para que otros niños se unieran a ellos y aprender sobre la importancia de cuidar su entorno. Miri los acompañaba en cada aventura, mostrándoles cosas que nunca hubieran imaginado.

"Gracias por darme la oportunidad de mostrarles lo hermoso que es este lugar" - dijo Miri un día después de una jornada de limpieza donde habían recogido mucho desecho.

"Vamos a seguir cuidando este lago para que siempre esté sano y todos puedan disfrutarlo" - comentó Lucas, lleno de orgullo.

Así, los niños no solo aprendieron sobre el lago y su guardián, sino que también se hicieron amigos del medio ambiente y, por sobre todo, entendieron el verdadero valor de conocer antes de juzgar. Cada vez que volvían al parque, el lago se convirtió en un símbolo de amistad y cuidado, y Miri siempre estaba allí, sonriendo, porque los niños habían roto el mito y habían creado una hermosa realidad.

Y así, el misterioso lago dejó de ser un lugar temido para convertirse en un lugar de aprendizaje y amistad, gracias a la valentía y curiosidad de unos niños dispuestos a descubrir la verdad.

FIN.

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