El misterio del lago encantado


Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y lagos, una casa misteriosa que se encontraba justo en la orilla del lago.

La gente del pueblo decía que esa casa estaba encantada, ya que siempre se escuchaban extraños ruidos provenientes de ella y nunca se veía a nadie entrar o salir. Un día, tres valientes amigos llamados Martina, Juan y Sofía decidieron investigar el misterio de la casa del lago.

Se reunieron en la plaza principal del pueblo con sus mochilas llenas de provisiones y mucha valentía. -¿Están listos para descubrir qué hay dentro de la casa misteriosa? -preguntó Martina emocionada. -¡Sí! ¡Vamos a resolver este misterio juntos! -respondió Juan decidido.

Los tres amigos caminaron hacia la casa del lago con paso firme. Al acercarse, pudieron ver que las ventanas estaban cubiertas con telarañas y las puertas parecían estar cerradas con llave.

Sin embargo, encontraron una ventana entreabierta por donde pudieron colarse al interior de la casa. Una vez adentro, todo estaba oscuro y silencioso. Los amigos avanzaron con cautela por los pasillos polvorientos hasta llegar a una habitación donde encontraron un viejo baúl cubierto de polvo y telarañas.

-¿Creen que aquí esté el tesoro escondido? -preguntó Sofía intrigada. -¡Solo hay una forma de averiguarlo! -dijo Juan mientras abría lentamente el baúl.

Para sorpresa de los tres amigos, dentro del baúl no había oro ni joyas, sino un antiguo mapa que parecía mostrar algo enterrado cerca del lago. Sin dudarlo, los amigos salieron corriendo hacia afuera y siguieron las indicaciones del mapa hasta llegar a un árbol centenario junto al lago. Allí cavaron frenéticamente hasta encontrar una caja fuerte oxidada.

Con esfuerzo lograron abrirla y descubrieron que dentro no había riquezas materiales, sino cartas escritas por el dueño original de la casa contando su historia triste y solitaria.

Al leer las cartas, los amigos comprendieron que la casa no estaba encantada, sino abandonada por años tras la partida del dueño en busca de aventuras lejos del pueblo. Decidieron entonces limpiarla y restaurarla para convertirla en un refugio para viajeros perdidos que necesitaran ayuda.

Desde ese día, la Casa Misteriosa del Lago dejó de ser un lugar temido para convertirse en un hogar lleno de amor y amistad gracias a Martina, Juan y Sofía; quienes demostraron que incluso en los lugares más oscuros puede brillar la luz si se mira con bondad e intención.

Y así vivieron felices ayudando a otros a encontrar su camino en medio de aquel hermoso paisaje montañoso junto al lago cristalino.

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