El Misterio del Lápiz Robado



En la escuela primaria 'Los Horizontes', todos los alumnos estaban muy emocionados ya que se acercaba el día de la Inauguración de la Sala de Arte. Cada salón debía contribuir con una obra. El maestro de arte, el Sr. Ruiz, había brindado un set de lápices mágicos que permitían a los niños dibujar cualquier cosa que imaginaran. Pero, ¡oh no! Un día antes de la inauguración, los lápices mágicos desaparecieron.

Evelyn, una niña curiosa y con una gran pasión por resolver misterios, decidió que era hora de actuar.

"No podemos dejar que este delito quede impune. ¡Debemos encontrar esos lápices!", dijo Evelyn con determinación.

"Pero, ¿y si no los encontramos a tiempo, Evelyn? Se arruinaría la fiesta", contestó su amigo Tomás, un niño muy nervioso.

"No te preocupes. Juntos podemos hacerlo. Yo seré la detective, tú el ayudante. ¡Vamos!", le respondió ella mientras le daba una palmadita en la espalda.

Evelyn y Tomás comenzaron su investigación. Mientras recorrían los pasillos de la escuela, se preguntaron quién podría haber robado los lápices mágicos.

"Tal vez fue el nuevo alumno, Mateo. Lo vi muy cerca de la sala de arte ayer", sugirió Tomás.

"No lo creo. Nunca he visto a Mateo hacer algo malo. Pero investiguémoslo de todas maneras", dijo Evelyn.

Cuando llegaron al aula de Mateo, lo encontraron con un dibujo increíble.

"¡Eso es impresionante!", exclamó Evelyn.

"Gracias, pero no tengo lápices mágicos. Solo uso los normales", respondió Mateo con una sonrisa.

Después de charlar un rato, Evelyn sintió que Mateo no era el culpable.

"Vamos a buscar en la sala de profesores", sugirió entonces, ya que era el último lugar donde no habían mirado. Cuando entraron, encontraron a la portera, la Sra. Clara, arreglando unas cajas.

"Buenos días, Sra. Clara. ¿Ha visto unos lápices mágicos?", preguntó Evelyn.

La portera se quedó pensativa y luego dijo:

"No, pero ayer los vi salir de la sala de arte y no sabía que estaban tan cerca de la ventana. Tal vez alguien quiso llevarse algo sin que nadie lo viera. Tal vez en la escuela hay un ladrón a la vista...".

Sin embargo, una pequeña idea comenzó a surgir en la mente de Evelyn.

"¿Podría ser que alguien intentó... hacer un dibujo sin permiso?", se le ocurrió, y la Sra. Clara sonrió.

Cazaron al culpable. Fueron tras las pistas que fueron dejando varios dibujos por el patio de la escuela.

Poco a poco, siguiendo los trazos de lápiz, llegaron al gran árbol del patio, donde vieron a un grupo de chicos. Y, sí, ahí estaba Javier, un chico del segundo grado.

"Javier" , exclamó Evelyn, "¡sabemos que tienes nuestros lápices!".

"¡No, no son míos! Solo estaba dibujando...".

Los niños se acercaron y pudieron oír lo que ese niño estaba diciendo.

"No tengo lápices mágicos. Solo encontré unos lápices tirados y quise probarlos para hacer un libro de dibujo para mi hermana, ¡ella ama el arte!".

Evelyn miró a Tomás y luego a Javier.

"Si los lápices son mágicos, tal vez deberían ser compartidos", Rosario, una niña que siempre creía en la amistad, agregó.

"¡Sí!", exclamó Evelyn.

Decidieron hacer algo especial: un taller de arte creado por todos, donde los lápices mágicos estarían disponibles para todos los compañeros.

Esa tarde, el evento fue un éxito rotundo.

"¡Gracias por lo que enseñaron, chicos! Por mostrarme que a veces hay que compartir", dijo Javier, emocionado, y todos rieron juntos.

"Desde ahora todos podemos usar los lápices mágicos y crear algo hermoso juntos", concluyó Evelyn, una brillante detectiva y aprendiza de la amistad.

Al fin y al cabo, el verdadero misterio de la escuela no fue el ladrón de los lápices, sino cómo un simple lápiz puede ayudar a forjar amistades perdurables.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!