El misterio del marinero Mateo


Había una vez en un pequeño puerto de la costa, un marinero llamado Mateo. Mateo era conocido por ser muy callado y reservado, siempre se lo veía pescando en su bote y nunca hablaba mucho con los demás.

Lo que nadie sabía es que Mateo tenía un hermano gemelo llamado Manuel, quien vivía en otro pueblo y al cual no veía desde hacía muchos años. Un día, Manuel decidió sorprender a Mateo visitándolo en el puerto.

Sabiendo lo callado que era su hermano, ideó un plan para divertirse un poco.

Se acercó a él disfrazado de anciano pescador y comenzó a hablarle:- ¡Hola joven marinero! ¿Cómo estás hoy? Mateo se sorprendió al ver a este extraño anciano tan amigable acercándose a él. - ¡Hola señor! Estoy bien, gracias por preguntar -respondió Mateo con cortesía. Manuel continuó con su actuación:- Verás, soy un pescador retirado y he oído hablar de tus habilidades en el mar.

¿Podrías enseñarme algunos trucos para pescar mejor? Mateo asintió con una sonrisa y comenzó a mostrarle diferentes técnicas de pesca.

Manuel fingía no entender nada y pedía explicaciones una y otra vez, disfrutando de hacerle creer a su hermano que era un anciano despistado. Los días pasaron y Manuel seguía engañando a Mateo con su disfraz de anciano. Sin embargo, algo inesperado estaba por ocurrir.

Una tarde, mientras estaban pescando juntos en el bote, una fuerte tormenta se desató repentinamente. Las olas sacudían la pequeña embarcación y parecía que estaban en peligro. - ¡Hermano! ¡Debemos remar más rápido hacia la costa antes de que sea demasiado tarde! -gritó Manuel quitándose el disfraz.

Mateo se quedó atónito al descubrir la verdad detrás del supuesto anciano pescador. - ¡¿Manuel? ! ¿Eres tú todo este tiempo? -exclamó sorprendido mientras remaban con todas sus fuerzas hacia la seguridad del puerto. Finalmente lograron llegar sanos y salvos a tierra firme.

Sentados en la orilla, Mateo miraba a su travieso hermano con una mezcla de asombro y diversión. - Hermanito, realmente me has tomado desprevenido esta vez.

Aunque me hayas engañado, me alegra verte después de tanto tiempo -dijo Mateo entre risas. Desde ese día, los dos hermanos compartieron muchas aventuras juntos en el puerto. Y aunque Manuel seguía siendo el bromista de la familia, aprendieron que la complicidad entre hermanos puede superar cualquier engaño juguetón.

Y así demostraron que incluso el marinero más silencioso puede tener grandes historias para contar cuando está junto a quienes más quiere.

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