El misterio del monstruo interior de Zoe


Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una niña llamada Zoe. Zoe era una niña alegre y cariñosa, pero había algo que la preocupaba: tenía un muestro dentro de ella.

Este muestro aparecía cada vez que Zoe se enojaba o se ponía nerviosa. El muestro era travieso y hacía travesuras cuando Zoe no estaba tranquila. Un día, el muestro salió de su escondite y comenzó a alborotar en la habitación de Zoe.

-¿Por qué estás tan enojada, Zoe? -le preguntó el muestro con curiosidad. -Estoy preocupada por algunas cosas -respondió Zoe con un gesto de tristeza.

El muestro, sorprendido, le dijo lo que escuchó decir a sus padres: que ella debía controlar su enojo y decirle a alguien lo que le pasaba, y que con un abrazo cariñoso todo mejoraríaa, porque todos la querían y no estaba sola. Zoe reflexionó sobre estas palabras y decidió pedir ayuda.

Fue con su mamá y le contó todo lo que la preocupaba. Su mamá la abrazó con cariño y le dijo que siempre estaría allí para apoyarla. La niña sintió un gran alivio al haber compartido sus preocupaciones.

A partir de ese momento, Zoe aprendió a expresar sus sentimientos y a buscar el apoyo de sus seres queridos. El muestro, al ver la transformación de Zoe, se tranquilizó y se convirtió en su amigo.

Ahora, cada vez que Zoe se sentía preocupada, se acercaba a su familia y amigos, quienes siempre estaban dispuestos a escucharla y brindarle amor. Y así, juntos, Zoe y su amigo el muestro aprendieron que compartir los sentimientos y buscar apoyo es la mejor manera de superar los momentos difíciles.

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