El Misterio del Niño Perdido
Era un día soleado en la ciudad de Azul, y Mayli acababa de terminar su turno en el parque. Como investigadora privada, a menudo se enfrentaba a casos interesantes, pero aquel día todo era un poco diferente. Apenas se había cambiado y acomodado su escritorio cuando su jefe le llamó:
"Mayli, tenemos un nuevo caso. Un niño de ocho años, Tomás, ha desaparecido. Sus padres están muy preocupados y necesitamos resolverlo rápido."
"¿Desaparecido? ¿Desde cuándo?" - preguntó Mayli, ya con el lápiz en la mano lista para anotar detalles.
"Desde esta mañana. Salió rumbo al colegio, pero nunca llegó."
Con una mezcla de determinación y un leve nerviosismo, Mayli se puso en marcha. Mientras se dirigía a la casa de Tomás, iba pensando en lo que pudo haber pasado.
Al llegar a la casa del niño, la madre de Tomás, Doña Clara, la recibió al borde de las lágrimas.
"¡Gracias por venir, Mayli! No sé qué más hacer. Tomás se fue a la escuela y no ha vuelto. Nadie lo ha visto."
"No se preocupe, haré todo lo posible por encontrarlo. ¿Alguna pista sobre por dónde pudo haber ido?"
"Él siempre toma la ruta por el parque, pero hoy no ha aparecido por ninguna parte."
Mayli decidió comenzar su búsqueda en el parque, un lugar amplio y lleno de rincones donde un niño podría esconderse o distraerse. Al llegar, se encontró con varios niños jugando.
"Hola, chicos. ¿Han visto a Tomás hoy?" - les preguntó.
"No, no lo hemos visto," - respondió un niño llamado Lucas. "Pero escuchamos gritos en la zona del lago, podría haber ido para allá."
Intrigada, Mayli se dirigió hacia el lago. En el camino, se detuvo a hablar con algunas personas. La mayoría no había visto a Tomás. Sin embargo, un anciano le dijo:
"Vi a un niño que se parecía a él, pero estaba con un hombre de cabello largo y barba. Me pareció extraño. Ellos estaban en el camino que lleva a la feria."
Mayli sintió que esa pista era importante. Se dirigió rápidamente hacia la feria, donde el sonido de risas y música la envolvió. Mientras buscaba a Tomás, notó que varios niños se alineaban para entrar a un juego mecánico.
"¡Hola, chicos! ¿Alguno de ustedes ha visto a un niño llamado Tomás?" - preguntó.
"¡Sí, él estaba aquí hace un rato!" - dijo una niña emocionada. "Estaba con un señor. Luego se fueron a la casa del parque de diversiones."
La adrenalina crecía en el corazón de Mayli.
"¿Qué señor?" - inquirió.
"No sé, pero parecía muy divertido y todos los niños se reían."
Mayli se dirigió a la casa del parque de diversiones con la esperanza de encontrar a Tomás allí. Al llegar, se encontró con maquinaria antigua y un aire de misterio. Con cuidado, empezó a revisar cada rincón hasta que escuchó risas. Sigilosamente se acercó y vio a varios niños jugando, incluido Tomás.
Aliviada pero con una cierta desconfianza, se acercó a ellos.
"¡Tomás!" - exclamó.
El niño levantó la mirada y sonrió, pero antes de que pudieran hablar, el hombre con el que estaba se dio vuelta. Mayli se dio cuenta de que no era un extraño, sino un maestro de la escuela de Tomás, que estaba organizando un día de juegos para los alumnos.
"Mayli, ¡gracias por venir!" - dijo el maestro. "Tomás estaba tan ansioso por jugar y olvidó que debía regresar a casa. Sample un nuevo juego para los chicos y nos perdimos en la diversión."
La tensión se disipó. Mayli se acercó a Tomás:
"¡Tomás! No debes preocupar a tu mamá así. Siempre es mejor avisar."
"Lo siento, Mayli. No pensé que se preocuparían. Estaba tan divertido."
Mayli sonrió y tomó de la mano a Tomás para acompañarlo de regreso. En el camino, le explicó la importancia de la comunicación y de no alejarse sin informar a los adultos.
Al llegar a la casa, Doña Clara salió corriendo a abrazar a su hijo.
"¡Tomás, te hemos buscado por todas partes!" - exclamó entre lágrimas de alegría.
"Lo siento, mamá. Solo estaba jugando. No volverá a pasar, lo prometo."
"Y tú, Mayli, ¡eres una heroína!" - dijo Doña Clara agradecida.
"Sólo hice mi trabajo. Pero es bueno recordar siempre la importancia de avisar."
Esa tarde, Mayli volvió a su oficina reflexionando sobre la aventura del día. Había aprendido que a veces los misterios son más simples de lo que parecen, pero siempre es importante mantener los adultos informados.
Y así, con una nueva historia que contar, Mayli se preparó para su siguiente caso, sabiendo que en el fondo, todos los pequeños valentones como Tomás necesitaban recordar la importancia de la comunicación.
FIN.