El misterio del número perdido
Pedro y Joaquín eran dos amigos inseparables que vivían en un pequeño pueblo llamado Caza Números. Desde pequeños, habían compartido aventuras y juegos, pero había algo que siempre les había intrigado: los números. Un día, mientras jugaban en el parque, Joaquín le propuso a Pedro un desafío.
"Pedro, ¿te animás a resolver un enigma?" - preguntó Joaquín con una sonrisa pícara.
"¡Claro! ¿De qué se trata?" - respondió Pedro entusiasmado.
Joaquín sacó un papel y un lápiz de su mochila.
"Imaginate un número, lo multiplicás por 3 y luego lo elevás al cuadrado. ¿Y qué creés que te da?" - dijo Joaquín con un tono misterioso.
"Mmm... no estoy seguro, ¿cuál es el resultado?" - se cuestionó Pedro, rascándose la cabeza.
"Te daré una pista: el resultado es 12" - continuó Joaquín, emocionado.
Pedro se quedó pensando mientras Joaquín lo miraba con atención, ansioso por ver si su amigo podía resolver el enigma.
"Voy a usar papel para resolverlo" - dijo Pedro, ya decidido a encontrar la respuesta. Al poco tiempo, empezó a escribir.
Mientras tanto, Joaquín empezó a saltar por el lugar haciendo chistes sobre lo complicado de los números. De pronto, Pedro se detuvo y lo miró fijamente.
"¡Ya sé! El número es 2".
Joaquín se quedó sorprendido.
"¿Cómo llegaste a eso?" - preguntó.
Pedro empezó a explicar su razonamiento.
"Si tomamos el número 2, lo multiplicamos por 3 nos da 6. Después, si elevamos 6 al cuadrado, nos da 36. Pero, creo que estoy equivocado..." - Pedro se dio cuenta de que no podía ser 2 y comenzó a sentir la frustración.
"No te desanimes, amigo. Vamos a pensar juntos" - alentó Joaquín, siempre optimista.
Empezaron a explorar otros números. Pedro pensó en el 1.5 y Joaquín en el 3. Luego, después de un rato, Pedro se iluminó.
"¡Esperá! Si tomamos el número √4, que es 2, veamos qué pasa. ¡Ah! ¡No puede ser! ¡No funciona!" - se exclamó, un poco frustrado, pero decidido a seguir buscando.
Finalmente, después de varios intentos fallidos y muchas risas, les ocurrió una idea brillante.
"¿Y si resolvemos la ecuación?" - propuso Joaquín.
La ecuación era: 3x² = 12. Despejaron la variable y encontraron que el número que buscaban era 2, así que decidieron celebrarlo.
"¡Lo logramos!" - gritaron ambos al mismo tiempo, dándose la mano.
Se dieron cuenta de que, aunque había sido un desafío, el importante de todo era el trabajo en equipo y cómo se apoyaron el uno al otro. Joaquín entonces propuso un nuevo juego.
"¿Vamos por un helado y después hacemos más desafíos?" - preguntó.
Pedro se rió.
"¡Claro! Pero esta vez, elijo los números que quiero jugar. Yo quiero un helado de frutilla" - dijo riendo al ver la cara de Joaquín, que adoraba el chocolate.
Así, Pedro y Joaquín aprendieron que no solo los números podían ser un desafío, sino que la amistad y la colaboración los ayudaría a resolver cualquier enigma, y lo más importante, a disfrutar de cada aventura que vivieran juntos.
FIN.