El Misterio del Oganesson



En un pequeño y colorido pueblo llamado Elementópolis, vivía un joven llamado Finis que tenía una inusual obsesión por el oganesson, un elemento químico tan raro como misterioso. A diferencia de los demás chicos del pueblo, que soñaban con ser exploradores o científicos, Finis solo quería apoderarse del oganesson para convertirse en el ser más poderoso del universo.

Un día, mientras exploraba la biblioteca de Elementópolis, descubrió un antiguo libro que hablaba sobre el oganesson. "Si encuentro el oganesson, podré controlar a todos los elementos que me rodean!"- pensó y su corazón se llenó de ambición. Sin embargo, el oganesson solo podía ser encontrado en la mística Cueva de los Elementos, un lugar protegido por un sabio anciano llamado Elementor.

Determinando a conseguir su objetivo a toda costa, Finis se adentró en el bosque y llegó a la cueva. Al entrar, se encontró con Elementor, que lo miraba con desconfianza.

"¿Qué deseas, joven Finis?"- preguntó el anciano con voz serena.

"Vengo a buscar el oganesson para convertirme en el más grande de todos los elementos"- respondió Finis, con una sonrisa arrogante.

Elementor suspiró, "El oganesson no es un juguete, puede ser destructivo si cae en manos equivocadas."-

"Soy yo quien decidirá su destino, viejo"- replicó Finis, desafiando al anciano.

El sabio, sin embargo, no se dio por vencido. "Si realmente crees que puedes manejar el poder del oganesson, debes superar tres pruebas que demuestren tu verdadera intención"- dijo Elementor con firmeza. Finis, con ego desbordante, aceptó el reto.

La primera prueba consistía en encontrar el cristal de la verdad. Finis se adentró en el bosque, pero la mala intención oscureció su mente. Aunque lo encontró, al mirarse en él, solo vio sombras de su ambición desmedida.

"Esto no sirve para nada"- gritó, frustrado, mientras rompía el cristal.

"La verdad siempre te mostrará el camino, incluso si no lo quieres ver"- resonó la voz de Elementor en su mente.

Luego, llegó la segunda prueba: el desafío de la compasión. Finis tenía que ayudar a un animal herido que encontró en el camino. A pesar de su egoísmo, decidió ignorarlo y continuó su búsqueda.

"No tengo tiempo para esto"- se dijo.

"Solo el que se preocupa por los demás merece el poder"- dijo Elementor, quien lo estaba observando desde un rincón de la cueva.

Finalmente, para la última prueba, Finis debía mostrar humildad. Tenía que pedir perdón por su arrogancia y reconocer que no podía manejar el poder sin un propósito noble. "¡Nunca!"- exclamó, con la furia creciendo dentro de él. Pero mientras gritaba, una extraña energía comenzó a rodearlo.

"El oganesson no es para los codiciosos"- dijo Elementor, apareciendo justo a su lado.

"No puedo dejar que me enseñes lecciones"- gritó Finis, sintiendo como todo se oscurecía a su alrededor.

"Los elementos buscan un corazón puro, Finis"- respondió Elementor. La luz de la cueva empezó a apagarse, y Finis, por primera vez, sintió miedo.

Al verse atrapado en su propia trampa de ambición, Finis comprendió que el poder no era lo que realmente deseaba.

"Quizás... no entiendo el verdadero significado del oganesson"- murmuró, sintiendo un peso en su corazón. Con un último esfuerzo, decidió alejarse de la cueva y regresar al pueblo.

"Si alguna vez quiero ser fuerte, debo aprender a ser amable primero"- y así, con su lección aprendida, Finis devolvió a Elementópolis la esperanza, dispuesto a cambiar su camino.

Y desde entonces, en lugar de buscar el oganesson, dedicó su vida a ayudar a los demás, descubriendo que ser un gran amigo era el mayor poder que podía poseer.

FIN.

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