El Misterio del Pato Rojo



Era un hermoso día de primavera en el tranquilo pueblo de Cuento Verde. Sus habitantes disfrutaban del buen clima, pero había un problemita en el aire: ¡había ocurrido un robo! El querido pato rojo de la plaza, que todos los niños y adultos adoraban, había desaparecido misteriosamente.

Los habitantes, preocupados, organizaron una reunión en la plaza para discutir qué podrían hacer. Allí estaba Sofía, una niña curiosa y siempre lista para resolver cualquier enigma que se cruzara en su camino.

"¡Tenemos que encontrar al pato rojo!" - exclamó Sofía, levantando una mano en señal de propuesta. "Si no actuamos rápido, podría perderse para siempre. Pero, ¿cómo lo hacemos?"

Los adultos murmuraron entre sí, inseguros de por dónde empezar. El profesor Vicente, conocido por ser un buen detective en su juventud, escuchó la inquietud de los niños y se acercó.

"Yo solía resolver misterios", dijo el profesor Vicente. "Pero lo más importante aquí es que debemos reunir pruebas y evidencia antes de hacer cualquier acusación. Si no, podríamos culpar a alguien inocente."

"¿Cómo se hace eso?" - preguntó Tomás, uno de los niños que se encontraba allí.

El profesor sonrió y continuó: "Primero, necesitamos hablar con cada uno de los que vieron al pato rojo antes de que desapareciera. Ellos podrían darnos pistas sobre lo que sucedió."

Los niños comenzaron a tomar notas de lo que escuchaban. Conversaron con doña Cata la jardinera, quien había visto al pato por última vez en la mañana.

"Vi un grupo de niños jugando cerca del estanque, y el pato estaba allí, nadando felizmente. Después de un rato, no lo vi más" - dijo doña Cata, preocupada.

Sofía recordó algo importante. "¡Debemos marcar el lugar donde estaba el pato y buscar más pistas!" - sugirió.

A medida que seguían buscando, se encontraron con Julián, un niño que tenía la costumbre de llevarse siempre algo de la plaza.

"Yo no tengo nada, se los prometo!" - dijo Julián, asustado. "Solo estaba mirando el pato."

Sofía, en vez de apresurarse a acusarlo, decidió preguntarle. "¿Viste a alguien más que hubiera estado cerca del pato?"

"Sí, vi a Susi, la perra de don Pablo, jugando al lado del estanque. Tal vez ella sepa algo más", respondió Julián, aliviado.

Resolvieron buscar a Susi. Al llegar a la casa de don Pablo, le preguntaron.

"Susi, ¿qué viste?" - preguntó Tomás.

Susi, que no podía hablar, simplemente movió la cola y corrió hacia el parque, donde había dejado su juguete. Los niños lo siguieron. Entre las flores, descubrieron un pequeño trozo de tela rojo.

"Esto parece ser de la bufanda de alguien... ¿de quién será?" - se preguntó Sofía, mientras recogían la prueba.

Decidieron seguir la pista y, al preguntar nuevamente en el pueblo, encontraron a don Mario, que llevaba una bufanda roja casi idéntica y que estaba muy confundido.

"No sabía que mi bufanda se había perdido. Estuve jugando con Susi, pero juró que no la tenía" - dijo preocupado don Mario.

Finalmente, Sofía recordó que había un nuevo niño en el barrio, Lucas, que había llegado hace poco y había estado hablando mucho sobre querer un pato.

"¿Estás diciendo que Lucas puede ser el culpable?" - preguntó Tomás.

Sofía aclaró "No estoy acusándolo, pero debemos hablar con él y verificar su alibi."

Fueron a buscar a Lucas, quien estaba en el parque. Lucas, al ver a los niños acercándose con el trozo de tela, se puso nervioso.

"Eh... eh... yo solo quería tener un pato como el de ustedes. No lo robé!" - exclamó.

Sofía, siempre justa, le respondió.

"No estamos diciéndote que lo hiciste, pero necesitamos saber qué sucedió. Si habías estado jugando cerca de la plaza, podrías ayudarnos a encontrar al pato rojo".

Lucas se quedó callado por un instante y luego mostró una sonrisa. "¡Sí! Estuve jugando con mi papá y vi cómo el pato voló detrás de la capa de la señora Clara. Ella siempre trae muchas cosas de su antigua casa. Tal vez el pato fue hacia allí!"

Todos los niños se miraron emocionados. Sintieron que habían encontrado una pista. ¡Rápido, al hogar de la señora Clara!

Al llegar al viejo casona, la señora Clara les dijo. "¿Qué los trae por aquí?" -

"Estamos buscando al pato rojo, ¿lo has visto?"

La señora Clara rió. "¿El pato? Sí, lo tengo aquí, estaba muy divertido nadando en mi fuente. Estaba escapando del bullicio de la plaza" - dijo.

Todos se alegraron, especialmente Sofía, que había aprendido que lo más importante era ser cuidadoso y preservar cada pista, cada prueba. "Si no hubiéramos hablado con todos y recogido pruebas, nunca lo habríamos encontrado. Gracias a que actuamos rápido y con cuidado, podemos devolver al pato a su hogar" - dijo con una sonrisa.

Desde ese día, los habitantes del pueblo decidieron mantener siempre la evidencia y las pruebas en todo lo que sucedía, pues de esa manera, la justicia puede siempre brillar en Cuento Verde.

FIN.

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