El misterio del picnic perdido


En un bosque encantado, la oruga Maxi y el conejo Ricky estaban emocionados porque iban a celebrar juntos sus cumpleaños con un picnic especial. Maxi se ofreció a llevar frutas deliciosas, mientras que Ricky se encargaría de los sándwiches y las zanahorias. Ambos amigos se reunieron en el claro del bosque, extendieron la manta y comenzaron a colocar la comida con entusiasmo. Sin embargo, cuando fueron a buscar la bebida, se dieron cuenta de que ¡toda la comida había desaparecido!

—¡Oh no, Ricky! ¡¿Dónde está nuestra comida? ! —exclamó Maxi, desconcertada.

—No lo sé, Maxi. ¡Estaba justo aquí! ¡Es como si se la hubiera tragado la tierra! —respondió Ricky, mirando a su alrededor con preocupación.

Ambos amigos se quedaron perplejos, sin entender qué había sucedido. Decidieron buscar pistas para resolver el misterio. Maxi notó un rastro de migas que conducía hacia el espeso bosque. Decidieron seguirlo, esperando encontrar alguna pista que les revelara qué había pasado. Mientras avanzaban entre los árboles, escucharon un susurro juguetón y travieso.

—¿Quién anda ahí? —preguntó Ricky, mirando alrededor.

—Soy el duendecillo travieso del bosque, y me temo que fui yo quien se llevó su deliciosa comida. Pero no lo hice por mal, quería invitarlos a jugar un divertido juego antes de que disfrutaran de su picnic —dijo el duendecillo, asomándose entre las hojas.

—¡Oh, no te preocupes! Entendemos que solo querías divertirte, pero estábamos realmente emocionados por este picnic —respondió Maxi con una sonrisa amable. —¿Qué juego tenías en mente?

El duendecillo les explicó que había escondido la comida en varios lugares del bosque y que si lograban encontrarla, podrían disfrutar de su merecido picnic. Maxi y Ricky aceptaron el desafío con entusiasmo y se dispusieron a buscar los escondites. Exploraron cada rincón, resolviendo acertijos divertidos y superando obstáculos que el duendecillo había preparado. Después de un emocionante rato, encontraron todos los escondites y recuperaron su comida.

De regreso en el claro del bosque, Maxi y Ricky agradecieron al duendecillo por el emocionante desafío. Mientras disfrutaban de su merecido picnic, reflexionaron sobre la importancia de la paciencia, la amabilidad y la resolución de problemas. Aprendieron que, incluso en situaciones complicadas, siempre hay una manera de encontrar alegría y diversión. Desde aquel día, Maxi, Ricky y el duendecillo se convirtieron en buenos amigos, y sus aventuras en el bosque encantado siempre estuvieron llenas de risas y momentos inolvidables.

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