El Misterio del PRAE del Técnico
En el pequeño pueblo de Buenavista, había una escuela técnica muy especial llamada "Escuela del PRAE". Los estudiantes, además de aprender sobre mecánica, electricidad y electrónica, tenían un programa único: el PRAE, un espacio donde se fomentaba la creatividad y la innovación.
Un día, mientras todos estaban en clase, la profesora Lila, quien siempre llevaba una bufanda colorida, anunció emocionada: "¡Chicos, hoy comenzaremos un nuevo proyecto en el PRAE! Vamos a construir un robot que ayude a los ancianos del barrio a cargar sus compras".
Todos los alumnos se miraron emocionados. Entre ellos estaban Diego y Sofía, dos amigos inseparables. Diego, un chico muy curioso, preguntó: "¿Y qué tipo de robot vamos a hacer?"
Sofía, que siempre tenía un plan, respondió: "¡Podríamos hacer un robot que tenga brazos largos y fuertes para ayudar a llevar las cosas!"
Los estudiantes trabajaron en su proyecto durante semanas. Cada uno aportó sus ideas: algunos diseñaban las piezas, otros programaban, y otros se encargaban de la construcción. ¡Era un verdadero trabajo en equipo! Pero un día, cuando estaban a punto de terminar el robot, una gran tormenta azotó Buenavista.
El viento sopló con fuerza y una rama de un árbol cayó sobre la ventana del aula, rompiendo el cristal. Todos gritaron al mismo tiempo: "¡Ay no!". La profesora Lila calmó a los chicos: "No se preocupen, vamos a arreglar esta ventana y también a nuestro proyecto. ¡No hay tiempo que perder!".
Con un plan claro, decidieron trabajar en su robot en casa. Cada uno llevó diferentes materiales y herramientas. Diego llevó trozos de cartón y Sofía, unos viejos juguetes que se podían reutilizar.
Con el tiempo, y a pesar de algunas dificultades, terminaron de construir a su robot al que llamaron "Comprador 3000". Estaba pintado de verde brillante y tenía dos brazos articulados que podían alzar pesos. Justo cuando estaban a punto de probarlo, un nuevo reto surgió: "Chicos, no programé la parte que hace que el robot escuche órdenes" - se preocupó Sofía.
"No te preocupes, Sofía. Esto todavía tiene solución. Recordemos lo que aprendimos en clase sobre lógica y programación" - dijo Diego. Juntos, pasaron horas ajustando el código y finalmente lograron que el robot respondiera a las órdenes de voz.
El viernes, llegó el día de la presentación ante la comunidad. Todos estaban emocionados, y, a pesar de los nervios, subieron al escenario. "¡Este es el Comprador 3000!" - exclamó Diego.
Hicieron una demostración en vivo. Sofía le dio una orden: "¡Comprador 3000, recoge la bolsa más pesada!". El robot, con movimientos precisos, agarró una bolsa de productos y la levantó sin esfuerzo. La gente aplaudía asombrada.
Sin embargo, cuando los estudiantes pensaban que todo iba sobre ruedas, el robot sufrió un pequeño apagón. "¡Oh no!" - gritó Sofía, "No puede fallar ahora". En ese momento, Diego recordó una lección que había aprendido con la profesora Lila:
"¡Esperen! No entremos en pánico, recordemos que esto es una oportunidad para aprender".
Así que, en lugar de asustarse, trabajaron juntos para resolver el problema. Pronto detectaron que una conexión estaba floja. Tras solucionarlo, el robot volvió a la vida justo a tiempo.
Finalmente, el Comprador 3000 terminó por convertirse en una gran ayuda para los ancianos del barrio. Todos quedaron felices y satisfechos. La profesora Lila, con lágrimas de orgullo, les dijo: "Hoy han demostrado que con perseverancia y trabajo en equipo, se pueden lograr grandes cosas. Recuerden siempre que los errores son oportunidades de aprendizaje".
Desde entonces, Diego y Sofía comprendieron que lo importante no era solo construir un robot, sino las lecciones que aprendieron en el camino: la amistad, la creatividad y la importancia de no rendirse. El PRAE del Técnico no solo les enseñó a hacer un robot, sino a superar desafíos con alegría y entusiasmo. Y así, en Buenavista, el lema del PRAE se escuchaba fuerte en cada rincón: "¡Juntos podemos lograrlo todo!".
Y así, el cuento del PRAE del Técnico se convirtió en una inspiradora historia que motivaba a todos a construir con sus manos y a soñar en grande.
FIN.