El Misterio del Proyecto Perdido
Era un día soleado en la Escuela Cristiana Vida y los alumnos de tercer grado estaban muy emocionados por su clase de informática. Irina, Simon y Bruno, grandes amigos, se habían propuesto crear un proyecto en equipo: un juego interactivo sobre la importancia del reciclaje.
—¡Hola chicos! —dijo Irina mientras se sentaba frente a la computadora—. ¿Listos para empezar nuestro juego?
—Sí, pero primero necesitamos un buen nombre —respondió Simon, afilando su lápiz—. ¿Qué les parece —"ReciClash" ?
—¡Me encanta! —exclamó Bruno—. Ahora, pensemos en los personajes.
Los tres comenzaron a dibujar en hojas de papel a los protagonistas del juego: una botella de plástico llamada —"Boti" , un papel reciclable llamado —"Papi" , y una lata llamada —"Lati" . Sin embargo, mientras discutían sobre las habilidades que tendría cada personaje, se dieron cuenta de que algo raro estaba sucediendo en la sala.
—¿Alguien se está llevando mis lápices? —preguntó Irina, mirando a su alrededor.
—Yo no toqué nada. —Simon se encogió de hombros—. Pero sí, he notado que falta un montón de cosas por aquí.
—Es verdad —agregó Bruno—. Está raro esto. Tal vez debamos investigar.
—¡Buena idea! —dijo Irina entusiasmada—. Podemos hacer que nuestro juego sea también una aventura de detectives.
Así que, decidieron que los personajes tendrían que buscar pistas sobre lo que estaba pasando en la sala de informática. Bruno empezó a escribir un guion donde cada personaje tendría que enfrentar obstáculos, como usar la habilidad del reciclaje para avanzar.
Los tres se distribuyeron tareas: Irina sería la diseñadora de niveles, Simon se encargaría de la programación y Bruno de escribir el contenido de la historia.
Mientras trabajaban, se dieron cuenta de que varias cosas empezaron a desaparecer. Primero fue la goma de borrar de Simon y luego las hojas de papel que usaban.
—Chicos, deberíamos pararnos y ver qué pasa —propuso Irina, cansada de los constantes robos—. No podemos concentrarnos en el proyecto.
Los tres amigos se pusieron de acuerdo para buscar pistas. Armados con una linterna de juguete y con su espíritu de detectives, se pusieron a investigar.
—Miren esto —dijo Bruno, señalando una pequeña caja en un rincón—. ¿Por qué hay una caja aquí?
Abrieron la caja y, sorpresivamente, encontraron todos los útiles que habían desaparecido. Había marcas de patas de gato alrededor de la caja.
—¡Un gato! —exclamó Simon—. Debe ser que un gato se metió y empezó a jugar con nuestras cosas.
Irina se asomó por la ventana y vio a un pequeño gato negro jugando con una de las hojas que habían perdido.
—¡Pobre gato! —dijo Irina—. No tiene nada que hacer y se le hace divertido jugar con nuestros útiles. Tal vez deberíamos ayudarlo a encontrar su casa.
Entonces, los chicos decidieron incluir al gato en su juego. Crearían una misión donde los personajes ayudarían al gato a encontrar su hogar, haciéndolo una aventura mientras se reciclaba y se aprendía sobre el cuidado de los animales y el medio ambiente.
Por fin, una vez que terminaron su proyecto, el gato se había ganado un lugar especial en su juego, y como parte de su historia, Boti, Papi y Lati ayudaban a encontrar recursos reciclados para construir un hogar para el pequeño felino.
—¡Es un hermoso final! —dijo Simon mientras probaban el juego—. ¡Lo logramos! No solo hicimos un juego, sino que también resolvimos un misterio.
—¡Sí! Y aprendimos que siempre debemos cuidar de los que nos rodean, sean personas o animales —agregó Irina sonriente.
Bruno rió y, visiblemente emocionado, dijo: —¡Este es solo el comienzo de nuestras aventuras!
Así, los tres amigos no solo encontraron la solución al misterioso robo de útiles, sino que aprendieron el valor de la amistad, la colaboración y la importancia de cuidar a todos los seres que habitan su mundo. Al final, presentaron su juego al resto de la clase, ¡y se convirtió en un gran éxito!
FIN.