El Misterio del Regalito
Era un día soleado en el Callao y el profesor Javier había llegado muy temprano al colegio. La emoción lo llenaba al pensar en los pequeños rostros que pronto vería en el aula. Pero al abrir la puerta, su corazón se hundió. Los niños estaban en la sala de clases, pero no estaban estudiando. Algunos charlaban animadamente, otros dibujaban y unos cuantos simplemente miraban por la ventana.
- “¡Hola, chicos! ¿Por qué no están estudiando? ” - preguntó Javier con tristeza.
- “Profesor, es que hoy no tenemos ganas de estudiar”, respondió Sofía, una de sus alumnas más expresivas. - “Ayer fue un día muy largo y estamos un poco cansados.”
Javier suspiró, sintiéndose un poco desilusionado. Había preparado una clase especial sobre la importancia de la lectura y ahora los pequeños no parecían interesados. Sin embargo, decidió no rendirse.
Mientras pensaba en una manera de motivarlos, su teléfono vibró. Era un mensaje de uno de sus amigos, Carlos, que decía: “¡Hoy te pondré un regalito! No te olvides de la sorpresa que preparamos juntos. ¡Nos vemos a la tarde! ”
- “¿Un regalito? ¿Qué será? ” - musitó para sí mismo. Su mente comenzó a divagar. Quizás podría usar eso como una oportunidad para entusiasmar a sus alumnos.
-Con una sonrisa renovada, Javier se dirigió a la pizarra y escribió: “¡Sorpresa! ”
- “¿Qué significa eso, profesor? ” - preguntó Lucas, intrigado.
- “Significa que hoy vamos a tener una actividad especial. Pero primero, necesito que todos se sienten y escuchen con atención, porque quiero contarles algo importante sobre la lectura.”
A pesar de la resistencia inicial, poco a poco los niños comenzaron a prestar atención. Javier les habló de cómo los libros son puertas a nuevos mundos, aventuras y amigos.
- “Imaginemos que podemos viajar a lugares mágicos. ¿Quién quiere ir al espacio? ” - preguntó.
- “¡Yo! ” - gritó Mati, levantando la mano.
- “Y yo a la selva! ” - añadió Valentina.
Los niños comenzaron a entusiasmarse, sus ojos brillaban con la idea de explorar juntos a través de las palabras. Javier decidió entonces que si no podían viajar físicamente, podrían crear su propio libro.
- “Vamos a unir nuestras ideas. Cada uno va a escribir un pequeño párrafo de la aventura y vamos a crear un cuento colectivo.”
Los niños saltaron de sus asientos llenos de energía y comenzaron a trabajar juntos, riendo y compartiendo ideas sobre dragones, piratas y tesoros escondidos.
Después de un rato, escucharon el timbre del recreo, pero antes de salir a jugar, Javier les dice: - “Recuerden, la lectura es nuestra puerta a la imaginación. Y cuando volvamos, compartiré con ustedes el regalito que me está esperando.”
Al volver de recreo, los alumnos estaban ansiosos. Javier sacó una caja brillante de su bolso y la colocó en la mesa.
- “¡Aquí está! Esto es un regalo para cada uno de ustedes. Se trata de un libro lleno de historias increíbles que podremos leer juntos.”
Los niños gritaron de alegría. - “¡Gracias, profesor! ” - exclamaron.
- “Que hoy nos sirva de inspiración para seguir aprendiendo juntos,” - dijo Javier, viendo cómo la tristeza se había transformado en entusiasmo.
La clase terminó en un ambiente alegre y compartieron risas mientras comenzaban a leer juntos. Javier se sintió feliz por haber tomado el tiempo de motivar a sus alumnos. Esa mañana podría haber sido triste, pero gracias a un simple mensaje de WhatsApp, todo había cambiado. Y los niños aprendieron que lo más importante no es solo estudiar, sino también disfrutar el proceso de aprender y crear juntos.
FIN.