El misterio del reloj lunar


Había una vez en un tranquilo vecindario, unos traviesos dominicanos decidieron hacer algo impensado: robarle el precioso reloj a la luna. Con gran astucia, lograron escalar hasta donde brillaba el reluciente reloj y, sin pensarlo dos veces, lo arrebataron. La luna, consternada por el robo, decidió pedir ayuda. Se asomó por la ventana de una acogedora habitación donde vivía un gato muy observador llamado Nicolás.

“¿Qué sucede, luna querida? ¿Por qué traes un brillo de tristeza en tus cráteres? ” preguntó Nicolás, acercándose a la ventana con curiosidad.

“Han robado mi reloj, Nicolás. Sin él, no puedo iluminar las noches como es debido. ¿Podrías ayudarme a recuperarlo? ”, dijo la luna con voz apagada.

Nicolás, sin dudarlo, prometió ayudar a la luna en esa difícil misión. Juntos, trazaron un plan para encontrar al culpable y recuperar el reloj lunar. Nicolás sabía que la clave estaba en buscar pistas por todo el vecindario.

Con su aguda mirada de gato, Nicolás observó cada rincón en busca de pistas. Fue entonces que notó unas pequeñas huellas en el jardín de la casa vecina. Siguiendo las huellas, llegaron a una pequeña cabaña donde vivía un niño llamado Mateo. Al golpear la puerta, Mateo los recibió con una sonrisa inocente.

“Hola, señor gato. ¿En qué puedo ayudarlos? ”, preguntó Mateo con curiosidad.

“¿Sabes algo sobre un reloj brillante que ahora luce como un tesoro en tu cabaña? ” inquirió Nicolás con firmeza.

Mateo, sin darse cuenta del origen del reloj, explicó que lo había encontrado en el jardín y lo había guardado como un tesoro. Con lágrimas en los ojos, la luna relució de alegría al recuperar su amado reloj. Agradecida, decidió premiar a Nicolás y a Mateo por su valiosa ayuda.

A partir de ese día, Nicolás y Mateo se convirtieron en grandes amigos de la luna. Nicolás enseñó a Mateo la importancia de cuidar y respetar los regalos que la naturaleza nos ofrece, mientras la luna les regalaba su brillante luz en cada noche. Así, juntos aprendieron que la solidaridad y la amistad pueden iluminar incluso las noches más oscuras.

Dirección del Cuentito copiada!