El Misterio del Río Cantante



Era un hermoso día de primavera en el campo. El sol brillaba intensamente y el aire estaba lleno del canto de las aves. Don José, un campesino de grandes sueños, estaba trabajando en su sembradío cuando escuchó algo extraño. No era el murmullo del viento ni el croar de las ranas en el río, era un canto dulce que parecía venir del agua.

"¿Qué será eso?", se preguntó Don José, sorprendido. Se secó las manos en su pañuelo y decidió investigar.

Al acercarse al río, vio a una golondrina que se posaba en una rama. Era hermosa, con sus plumas brillantes y traviesas.

"Hola, golondrina. ¿Escuchaste ese canto?", preguntó Don José.

"¡Claro! Es el Río Cantante. Se dice que tiene un secreto especial", respondió la golondrina sorprendida.

Don José, intrigado, decidió seguir el sonido. Mientras caminaba, se encontró con su amigo el zorro.

"¿Qué te trae por aquí, Don José?", le preguntó el zorro con curiosidad.

"Escucho un canto melodioso que viene del río y quiero descubrir de dónde proviene", le explicó.

"¡Yo quiero ayudarte!", exclamó el zorro emocionado. Juntos siguieron el curso del río.

Al llegar a un claro, vieron a un grupo de animales reunidos: un conejo, un ciervo y una tortuga. Todos estaban concentrados en el río.

"¿Qué sucede aquí?", preguntó Don José.

"El río canta, pero no sabemos por qué", contestó el conejo con voz temblorosa.

La tortuga, con su sabiduría, dijo:

"Tal vez debamos pedirle ayuda a la anciana lechuza. Ella sabe muchas cosas sobre el bosque."

Don José y sus amigos se dirigieron hacia el gran árbol donde vivía la anciana lechuza. Al llegar, encontraron a la lechuza posada en una rama.

"¡Oh, lechuza sabia!", comenzó Don José. "¿Podés decirnos por qué el río canta?"

La lechuza parpadeó y respondió:

"El Río Cantante solía tener un hermoso canto porque los animales cuidaban de él. Pero el canto se ha apagado porque algunos han olvidado respetar la naturaleza".

Don José miró a sus amigos.

"Entonces, ¡tenemos que cuidar del río! Puede que nuestro canto vuelva si lo cuidamos y lo respetamos", dijo con determinación.

Los animales asintieron con entusiasmo, y juntos hicieron un plan. Decidieron limpiar el río, recolectando basura y plantando árboles en sus orillas para proteger su hábitat.

Día tras día, trabajaron juntos. Los pájaros traían semillas, el zorro ayudaba a transportar ramas, el ciervo corría ágilmente por el campo para buscar más animales que pudieran colaborar, y la tortuga recordaba la importancia de la paciencia.

Finalmente, después de semanas de trabajo, notaron que el río parecía más feliz. El agua brillaba y el canto regresaba, más fuerte y hermoso que nunca.

"¡Lo logramos!", gritó Don José al escuchar el canto resplandeciente del río.

"¡Si todos cuidamos de nuestro hogar, encontraremos belleza en cada rincón!", exclamó la golondrina alada, que danzaba en el cielo.

A partir de entonces, Don José y sus amigos cada día se reunían a cuidar del río, recordando que la naturaleza es un canto que debemos cuidar con amor. Y así, el campo, el río y todos los animales y aves vivieron felices, con el eco del Río Cantante resonando en sus corazones.

Y esa es la historia de cómo el canto de un río puede volver, y cómo la amistad y la colaboración pueden hacer magia en cualquier lugar del mundo.

FIN.

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