El misterio del río mágico



Era un hermoso día soleado en el pequeño pueblo de San Arcoíris. Ximena, una niña aventurera y traviesa, se despertó con ganas de explorar. Su mamá, preocupada por su espíritu inquieto, le dijo:

"Ximena, por favor, no te alejes demasiado de casa. El bosque puede ser peligroso."

Pero a Ximena le encantaba la aventura. Así que, con una sonrisa traviesa, salió corriendo hacia el bosque. Al principio, todo estaba bien. Las mariposas danzaban en el aire y los pájaros cantaban dulces melodías. Mientras corría, se topó con un río brillante que nunca había visto antes. Sus aguas eran de un color azul intenso y chispeantes como estrellas.

"¡Wow!" -exclamó Ximena, maravillada.

No pudo resistir la tentación y decidió acercarse. Al tocar el agua, sucedió algo sorprendente: una fina bruma salió del río, y de ella apareció Joanna, una hada mágica con alas de colores.

"Hola, Ximena. Soy Joanna, el hada del río mágico. Hoja de sauce, golpe de sol y cascada de sueños." -dijo Joanna con una sonrisa.

"¡Hola! ¡Qué increíble!" -respondió Ximena, sus ojos brillando de emoción.

"Este río tiene el poder de hacer que los sueños se conviertan en realidad. Pero debes ser cuidadosa. Si te adentras demasiado, podrías perderte en el mundo mágico."

Antes de que Ximena pudiera formular otra pregunta, la curiosidad la llevó a cruzar un pequeño puente colgante sobre el río. De repente, sintió un fuerte viento y se encontró en un lugar que parecía sacado de un cuento de hadas. Había criaturas mágicas por todas partes: unicornios, duendes bailando y flores que cantaban.

Ximena no podía creer lo que veía, pero pronto se dio cuenta de que se había alejado demasiado de la realidad.

"¿Joanna?" -gritó, pero ya no había rastro de la hada.

Comenzó a sentir miedo. Las risas de las criaturas mágicas se convirtieron en ecos lejanos y la niebla comenzó a cerrarse a su alrededor.

Mientras tanto, la mamá de Ximena estaba en casa, muy preocupada porque su hija no había regresado. Decidió salir a buscarla. Al llegar al bosque, escuchó murmullos provenientes del río. Sigilosamente, se acercó y vió a Joanna.

"¿Has visto a mi hija Ximena?" -preguntó, angustiada.

"Sí, pero ella ha cruzado el puente mágico. Tenemos que rescatarla." -respondió Joanna con un tono serio.

Joanna y la mamá de Ximena se unieron y cruzaron el puente. En el mundo mágico, encontraron a Ximena, quien estaba rodeada de criaturas que ahora parecían un poco más hostiles. Eira, una valiente guerrera del bosque, apareció en la escena.

"¡Ximena!" -gritó Eira.

"¡Mamá!" -exclamó Ximena al ver a su madre.

Eira se interpuso entre Ximena y las criaturas.

"No tengan miedo. No son peligrosos, solo están jugando. Pero Ximena, necesitas volver a casa. Tu madre se preocupa por ti."

Ximena miró a sus nuevas amigas y, aunque les había tomado cariño, sabía que debía regresar.

"Lo siento, pero debo irme. Gracias por la aventura." -dijo Ximena, con una sonrisa triste.

Joanna levantó su varita y, con un destello de luz, el puente de regreso se iluminó. La madre y Eira le dieron la mano a Ximena, y juntas cruzaron de vuelta al mundo real.

Al llegar al otro lado, Ximena se volvió hacia Joanna.

"¿Volveré a verte?" -preguntó con esperanza.

"Siempre que tengas un corazón valiente y un espíritu aventurero, siempre estaré cerca." -respondió Joanna antes de desvanecerse en un brillo de luz.

Desde ese día, Ximena nunca olvidó el río mágico ni a sus amigos del otro lado. Aprendió la importancia de la aventura, pero también de estar cerca de quienes se preocupan por ella. A partir de entonces, siempre le contaba a su mamá sobre sus travesuras antes de salir y juntas seguían explorando el mundo, unidas y felices.

FIN.

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