El misterio del río seco
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, cuatro amigos muy especiales: Salvador, Gwen, Mails y Piter. Estos amigos eran inseparables y siempre estaban buscando nuevas aventuras para divertirse juntos.
A Salvador le encantaba saltar como una rana, era el más veloz de todos. Gwen era la más creativa y siempre inventaba nuevos juegos para jugar con sus amigos. Mails era muy curioso y le gustaba aprender cosas nuevas todo el tiempo.
Y por último, Piter era el más valiente de todos y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Un día, mientras jugaban a las ranas en un hermoso parque cerca del río, se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo.
El agua del río había desaparecido por completo y los animales que vivían allí estaban tristes porque no tenían donde vivir. Salvador dijo preocupado: "¡Tenemos que hacer algo! Los animales necesitan nuestro apoyo".
Todos estuvieron de acuerdo y decidieron buscar una solución juntos. Gwen tuvo una idea brillante: "¿Y si organizamos un espectáculo de pochoclo para recaudar dinero? Podemos usar ese dinero para construirles nuevos hogares a los animales".
Todos estuvieron emocionados con la idea y comenzaron a planificar cómo sería el espectáculo. Decidieron invitar a toda la comunidad del pueblo e incluso contactaron a unos famosos malabaristas para hacerlo aún más especial.
El día del evento llegó rápidamente y el parque se llenó de gente ansiosa por disfrutar del espectáculo. Había música, luces brillantes y mucho pochoclo delicioso para todos. Los malabaristas hicieron trucos increíbles y el público aplaudió emocionado. Al final del espectáculo, Salvador subió al escenario y agradeció a todos por su apoyo.
Anunció que habían recaudado suficiente dinero para construir nuevos hogares para los animales del río. Los amigos se pusieron manos a la obra y trabajaron duro para construir las casitas de los animales.
Usaron materiales reciclados y se aseguraron de hacerlas cómodas y seguras. Una vez que las casitas estuvieron listas, llevaron a los animales al nuevo hábitat. Fue un momento mágico ver cómo los animales encontraban sus nuevos hogares y volvían a ser felices.
Desde ese día, Salvador, Gwen, Mails y Piter se convirtieron en héroes en el pueblo. Todos reconocieron su valentía, creatividad y solidaridad. Pero lo más importante es que aprendieron que juntos pueden lograr grandes cosas cuando trabajan en equipo.
Y así, estos cuatro amigos continuaron teniendo aventuras juntos, ayudando a quienes lo necesitaban y disfrutando de cada momento como verdaderos amigos inseparables.
FIN.