El misterio del silencio en el aula de Lengua



En la escuela San Martín, el aula de Lengua era famosa por ser muy inquieta. Todos los días, los chicos charlaban sin parar y reían a carcajadas. La profesora, la señorita Ana, siempre intentaba mantener el orden, pero a veces era una tarea imposible.

Una mañana, al entrar al aula, la señorita Ana notó algo extraño. Un profundo silencio se había adueñado del lugar. Los niños estaban sentados en sus pupitres, mirando hacia adelante con expresión seria.

- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó la señorita Ana, desconcertada.

Nadie respondió. Todos seguían en silencio, como estatuas. La señorita Ana decidió empezar la clase, pensando que los chicos pronto volverían a sus travesuras habituales. Pero para su sorpresa, el silencio persistió durante toda la mañana. Los niños realizaban las actividades con concentración y seriedad, algo nunca antes visto en esa aula.

Al terminar la jornada, la señorita Ana se acercó a un grupo de alumnos.

- ¿Qué les pasó hoy? ¿Por qué estuvieron tan callados? - preguntó con curiosidad.

Un chico llamado Tomás levantó la mano y dijo:

- Hoy, en casa, escuché a mi abuela contar que el silencio es poderoso. Decía que a veces, callarse y prestar atención puede hacer que descubramos cosas asombrosas.

La señorita Ana reflexionó sobre las palabras de Tomás y decidió convertir esa experiencia inusual en una lección. Al día siguiente, propuso que la clase se desarrollara en silencio, enfocándose en la lectura y la escritura. Los niños aceptaron el desafío y pronto descubrieron el placer de sumergirse en las palabras y dejar volar su imaginación.

Desde ese día, el aula de Lengua en la escuela San Martín se transformó. El silencio ya no era un momento incómodo, sino una oportunidad para aprender y disfrutar en calma. La señorita Ana también aprendió que, a veces, el silencio puede ser el mejor maestro.

FIN.

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