El misterio del tablero encantado



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Encantada, cinco amigos: Lucas, Martina, Sofía, Tomás y Valentina. Ellos siempre estaban buscando aventuras emocionantes para vivir juntos.

Un día, mientras exploraban el desván de la antigua casa de Lucas, encontraron un viejo tablero de ouija. Intrigados por el misterio que rodeaba a la ouija, decidieron probarla esa noche. Sin embargo, el hermano menor de Lucas, Benjamín, les advirtió sobre los peligros de jugar con fuerzas desconocidas.

Pero los amigos no le prestaron atención y continuaron con sus planes. Esa noche, se reunieron en la habitación oscura del ático y colocaron el tablero de ouija sobre una mesa.

Todos pusieron sus manos en el puntero y comenzaron a hacer preguntas al espíritu que supuestamente estaba allí. - ¿Hay alguien aquí? -preguntó Martina temblorosa. El puntero empezó a moverse lentamente hacia "SÍ". Los amigos se miraron entre sí con asombro e incredulidad.

- ¿Qué quieres decirnos? -preguntó Tomás nervioso. El puntero se movió nuevamente formando las palabras —"CUIDADO"  y luego —"SALGAN" . Asustados pero intrigados por lo que acababan de presenciar, decidieron seguir jugando contra todas las advertencias.

Continuaron haciendo preguntas cada vez más inquietantes hasta que algo extraño ocurrió: las luces se apagaron repentinamente y escucharon ruidos escalofriantes provenientes del pasillo. Valentina gritó histérica y todos corrieron hacia la puerta, pero estaba cerrada con llave.

Estaban atrapados en el ático y algo oscuro se acercaba rápidamente. - ¡Tenemos que encontrar una manera de salir de aquí! -exclamó Sofía, tratando de mantener la calma. Buscando desesperadamente una salida, encontraron un viejo libro en una estantería polvorienta.

En él, descubrieron que para liberarse del espíritu maligno debían deshacerse del tablero de ouija arrojándolo al fuego. Los amigos siguieron las instrucciones y encendieron un fuego en el hogar.

Justo cuando iban a lanzar el tablero al fuego, Benjamín apareció corriendo hacia ellos con una llave en la mano. - ¡Chicos, los escuché gritar! Abrí la puerta del ático, ¿qué está pasando? -preguntó preocupado.

Sin perder tiempo explicando todo lo que había sucedido, los amigos arrojaron el tablero de ouija al fuego mientras Benjamín les ayudaba a escapar del ático. Una vez fuera de peligro, prometieron nunca más jugar con fuerzas desconocidas y respetar las advertencias.

A partir de ese día, valoraron aún más su amistad y aprendieron sobre la importancia de escuchar a aquellos que te quieren y te advierten sobre posibles peligros. También comprendieron que no todas las emociones intensas son necesariamente buenas o seguras.

Desde entonces, Lucas, Martina, Sofía, Tomás y Valentina continuaron viviendo increíbles aventuras juntos pero siempre recordaron el día en que estuvieron cerca de perderse en las sombras del miedo.

FIN.

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