El Misterio del Vestíbulo



Cuando recobré la conciencia, mi mirada se posó en el inquietante escenario que se desarrollaba ante mis ojos. Varios cuerpos humanos yacían en el vestíbulo, envueltos rápidamente en sábanas ensangrentadas. El silencio reinaba en la estancia, solo interrumpido por el leve susurro de un viento que parecía contar secretos ocultos.

"¡Ayuda!", grité, tratando de ponerme en pie, pero mis piernas no respondían. En ese momento, una luz brillante iluminó la habitación. Era una pequeña hada llamada Lila, con alas brillantes de colores que danzaban con el viento.

"Tranquilo, amigo. Estás a salvo conmigo". Su voz era dulce como la miel. "Esto no es lo que parece".

"¿Qué está pasando aquí?", pregunté, confuso por la extraña situación.

"Todo comenzó cuando un grupo de magnates decidió construir su nuevo imperio en este lugar, olvidando que lo que realmente vale no es el oro, sino la amistad y la alegría". Lila volvió a mirar a los cuerpos.

"No... No puede ser. ¿Qué les pasó?".

"Los habitantes de este lugar, sus corazones rotos, se convirtieron en sombras por el desdén de los magnates. Pero juntos podemos devolverles la esperanza y recuperar la luz de este lugar".

Con un deseo ardiente en mi pecho, decidí ayudar a Lila. "¿Cómo lo hacemos?".

"Debemos encontrar el corazón de este lugar", dijo Lila, señalando un antiguo árbol en el centro del vestíbulo, cuyas raíces se extendían como brazos protectores. "Ese corazón lo conecta todo. Necesitamos de cada una de las almas caídas para que regrese".

Nos acercamos al árbol. Su tronco era tan ancho que necesitábamos unir nuestras fuerzas para rodearlo completamente. Lila agitó su varita y una luz brillante salió de ella, creando círculos de colores que comenzaron a danzar.

"¡Cierra los ojos y piensa en lo que más quieres!", dijo Lila.

"¡Quiero que todos sean felices!", grité con todas mis fuerzas.

El árbol vibró y un viento cálido nos envolvió. Comenzaron a aparecer imágenes de momentos felices: risas, abrazos, amigos jugando juntos.

"¡Sigue soñando!", animó Lila. Y mientras pensaba en esos recuerdos, algo comenzó a cambiar en la atmósfera. Fue entonces cuando escuché un susurro:

"Gracias por recordarnos lo que es la alegría".

Los cuerpos comenzaron a despertar, aturdidos, pero con sonrisas gradualmente brotando nuevamente en sus rostros.

"¡¿Qué sucedió? !" exclamó uno de ellos, un anciano de larga barba blanca.

"¡Lo logramos! Juntos, devolvimos la alegría a este lugar", dijo Lila mientras danzaba en el aire.

Los habitantes, uno por uno, comenzaron a levantarse, agradecidos. En ese instante, el vestíbulo se iluminó con colores vibrantes y música suave llenó el aire.

"No olvidemos nunca lo que hicimos", dijo el anciano, con un brillo renovado en sus ojos. "La verdadera riqueza se encuentra en la amistad y la felicidad compartida".

Con el tiempo, el lugar se transformó. Los magnates, viendo la alegría florecer, decidieron cambiar sus corazones también. Organizaron festivales donde todos compartieron risas, juegos y dulces. El vestíbulo se convirtió en un hogar lleno de vida, una comunidad donde cada uno es importante.

"¡Gracias por tu valentía!", repliqué a Lila, quien estaba feliz en los cielos.

"El verdadero poder está en ti. Recuerda siempre que la bondad puede cambiar el mundo".

Y así, aprendí que, aunque el camino pueda parecer oscuro, siempre hay una luz de esperanza en la amistad y el amor. Y juntos, podemos enfrentar cualquier desafío.

Lila desapareció entre las estrellas, y aunque ya no estaba allí, su recuerdo siempre iluminó mi corazón, recordándome la importancia de la bondad y la unidad.

FIN.

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