El Misterio del Vestido Amarillo
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una niña llamada Lucía. Todos los días, Lucía iba a la escuela con su hermoso vestido amarillo, que brillaba como el sol. A los chicos y chicas del barrio les encantaba ver a Lucía, no solo por su vestido, sino también por su sonrisa contagiosa. Un día, mientras salía de la escuela, Lucía escuchó a dos amigos hablando.
"¿Viste cómo brilla el vestido de Lucía?" - comentó Tomi.
"Sí, es el más lindo del pueblo. Pero... ¿por qué siempre usa ese vestido?" - preguntó Sofía.
Lucía, sintiéndose un poco curiosa, se acercó y dijo:
"Me encanta este vestido. Y es mi favorito porque mi abuela me lo hizo."
Los dos amigos sonrieron, y en ese momento, Lucía tuvo una idea. Decidió organizar un desfile de moda, invitando a todos los niños del pueblo a participar. Quería que cada uno mostrara su estilo único, ya que todos eran diferentes, como flores en un jardín.
"Puedo ayudar a organizarlo", dijo Sofía emocionada. Lucía estaba encantada por la idea de trabajar junto a sus amigos.
"¡Sí! Y quizás podamos recoger comida para el refugio de animales de la ciudad."
Los tres amigos se pusieron a trabajar. Prepararon carteles coloridos y hablaron con todos sus compañeros sobre su desfile. Todos estaban emocionados. El día del evento, Lucía llegó con su vestido amarillo, y los demás niños lucían sus mejores atuendos.
"¡Este desfile va a ser increíble!" - exclamó Lucía mientras observaba los colores y la alegría de sus amigos.
Sin embargo, justo antes de comenzar, un fuerte viento comenzó a soplar. Algunos de los carteles se volaron y las sillas fueron arrastradas. Lucía se sintió preocupada.
"¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer?" - dijo Sofía, mirando alrededor.
"No podemos dejar que esto arruine nuestra fiesta. Necesitamos trabajar juntos y hacerlo más fuerte. Tal vez podamos preguntar a los adultos si nos ayudan a arreglarlo." - sugirió Lucía.
Con la ayuda de algunos padres y los niños, lograron estabilizar las sillas y rehacer los carteles. Después de un gran esfuerzo en equipo, el desfile pudo comenzar. Lucía comenzó a caminar por la pasarela, luciendo su vestido amarillo con orgullo, mientras todos aplaudían.
"¡Viva el vestido amarillo!" - gritó un niño desde el fondo.
"¡Y todos los estilos que tenemos aquí!" - agregó Sofía, emocionada.
El desfile fue un éxito rotundo. Todos los niños mostraron sus atuendos y al final, se recaudaron muchas donaciones para el refugio de animales. Lucía se sentía orgullosa. No solo había compartido su amor por la moda, sino que también había ayudado a los que más lo necesitaban.
"Lo hicimos juntos, porque todos somos diferentes pero podemos unirnos por una buena causa," dijo Lucía.
"Sí, y el vestido amarillo también nos unió, Lucía. Gracias por inspirarnos!" - dijo Tomi, sonriendo.
Desde ese día, Lucía y sus amigos aprendieron que aunque son diferentes, juntos pueden lograr grandes cosas. Y así, cada vez que veían un vestido amarillo, recordaban aquel día especial y cómo la amistad y el trabajo en equipo pueden hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.