El misterio del viejo caserón



Había una vez un niño llamado Martín, que se mudó con su familia a un viejo caserón de añejos tiempos y sólidos sillares. Al llegar, los vecinos le advirtieron que en la casa vivía un fantasma, pero Martín, que era muy valiente, no le temía a los espíritus.

Una noche, mientras exploraba la casa, Martín escuchó un extraño ruido que venía del desván. Decidido a descubrir qué lo causaba, subió las empinadas escaleras y abrió la puerta del desván. Para su sorpresa, encontró a un viejo y amigable fantasma con una larga barba. El fantasma se presentó como Don Ezequiel, un antiguo propietario de la casa.

Don Ezequiel le contó a Martín que se había quedado atrapado en la casa después de su muerte, y que desde entonces había estado buscando algo muy importante que le pertenecía. Martín, con su corazón valiente, decidió ayudar al fantasma. Juntos, exploraron cada rincón del caserón en busca del objeto perdido.

Tras una emocionante aventura llena de giros inesperados, Martín y Don Ezequiel finalmente encontraron el tesoro escondido detrás de una pared antigua. El fantasma, ahora en paz, agradeció a Martín por su valentía y amabilidad. Desde ese día, el viejo caserón estuvo lleno de risas y alegría, y nunca más se escucharon ruidos extraños. Martín demostró que, incluso frente a lo desconocido, el coraje y la bondad siempre triunfan.

FIN.

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