El misterio del vuevo podrido
Había una vez en el pintoresco pueblo de Villa Cascote, un misterio que tenía a todos los vecinos desconcertados.
- ¿Viste lo que pasó con el vuevo podrido de la granja de Don Silvestre? - decía la señora Rosa, la vendedora de flores del mercado.
- Sí, parece que alguien lo escondió en la huerta de la señora Juana. Pero nadie sabe quién lo hizo - respondía Don Martín, el dueño de la tienda de ultramarinos.
El vuevo podrido era un enigma para todos. Cada noche, aparecía uno en algún lugar distinto del pueblo y nadie sabía quién lo ponía allí ni por qué. Los niños, curiosos por naturaleza, decidieron investigar por su cuenta. Así que Pedro, Valentina y Juanito formaron el Club de Detectives de Villa Cascote.
- Tenemos que descubrir quién está dejando los vuevo podridos por todo el pueblo - dijo Pedro, el líder del grupo.
Los tres amigos se pusieron en acción y comenzaron a buscar pistas. Recorrieron el pueblo, preguntaron a los vecinos y observaron con detenimiento cada rincón. Hasta que un día, mientras jugaban en el campo, encontraron unas huellas sospechosas.
Poco a poco, siguieron el rastro de las huellas y descubrieron que pertenecían a Don Silvestre, el dueño de la granja.
- ¡Tenemos que confrontarlo! - exclamó Valentina emocionada.
Cuando confrontaron a Don Silvestre, este les confesó que había estado dejando los vuevo podridos como una forma de llamar la atención. Se sentía muy solo desde que su viejo perro Rufino había fallecido, y no sabía cómo expresar su tristeza. Los niños, con comprensión y empatía, le ofrecieron su amistad y le ayudaron a superar su soledad. Desde ese día, Don Silvestre se convirtió en un miembro adoptivo del Club de Detectives de Villa Cascote, y juntos vivieron muchas aventuras y resolvieron muchos misterios.
FIN.