El misterio en el aula de Martina



Había una vez en el jardín de infantes "Rayito de Sol", una niña llamada Martina, que era muy curiosa y observadora. A pesar de tener solo 5 años, Martina se consideraba a sí misma como una detective muy astuta.

Siempre estaba atenta a todo lo que ocurría a su alrededor y le encantaba resolver misterios.

Un día, mientras la maestra explicaba un cuento en el salón, Martina notó algo extraño: sus compañeros no paraban de hablar y hacer ruido. La maestra les pedía silencio una y otra vez, pero parecían no escucharla. Martina se preguntaba qué podría estar pasando para que todos estuvieran tan inquietos.

Decidida a descubrir la verdad, Martina se puso su sombrero de detective y comenzó a investigar. Observó detenidamente a sus compañeros y notó que muchos tenían caritas tristes o preocupadas. Se acercó sigilosamente a Juanito, uno de los niños más callados del grupo, y le preguntó qué estaba pasando.

"Martina, es que hoy estamos aprendiendo sobre las emociones en clase", respondió Juanito con voz bajita. "¡Las emociones! ¡Qué interesante!", exclamó Martina con entusiasmo.

Decidió seguir investigando y descubrió que muchos niños estaban ansiosos porque no entendían bien lo que eran las emociones ni cómo manejarlas. Algunos sentían miedo, otros frustración o tristeza, pero no sabían cómo expresarlo adecuadamente. Martina tuvo una idea brillante.

Se acercó a la maestra y le propuso organizar un juego para ayudar a sus compañeros a identificar sus emociones y compartirlas con los demás. La maestra aceptó encantada la iniciativa de la pequeña detective.

Así fue como ese mismo día, durante el recreo, Martina reunió a todos los niños en círculo alrededor del árbol grande del patio. Les explicó cómo funcionaba el juego: cada uno debía contar brevemente qué emoción estaba sintiendo en ese momento y por qué.

Podían usar colores para representarlas: rojo para la ira, azul para la tristeza, verde para la alegría... Uno por uno, los niños fueron compartiendo sus emociones mientras sostenían un globo del color correspondiente.

Descubrieron que todos tenían diferentes sentimientos en su interior y que era normal sentirse así de vez en cuando. Al final del juego, Martina dio un paso al frente y dijo:"Amigos, ahora sabemos por qué estábamos tan inquietos hoy en clase.

Todos tenemos emociones dentro nuestro y está bien sentirlas; lo importante es saber cómo expresarlas sin hacer ruido ni molestar". Desde ese día, los niños del jardín "Rayito de Sol" aprendieron a reconocer sus emociones gracias a la valiente investigación de su pequeña detective Martina.

El salón se llenó de calma y comprensión; ya no había tanto ruido ni distracciones durante las clases.

Y así fue como Martina resolvió el misterio de por qué sus compañeros no estaban callados en el colegio: porque necesitaban aprender sobre las emociones para poder vivir en armonía consigo mismos y con los demás.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!