El misterio en el Centro María Espíndola



Triana y Victoria eran dos amigas inseparables del colegio. Ellas pertenecían al grupo 9A, un grupo muy unido que había decidido realizar una competencia de ajedrez en el emblemático Centro María Espíndola.

La tarde estaba despejada y el sol empezaba a ponerse cuando Triana y Victoria llegaron al lugar. El edificio del Centro María Espíndola era antiguo y majestuoso, con enormes ventanales y grandes salones que emanaban una atmósfera de misterio. El tablero de ajedrez estaba listo en el centro del salón principal, rodeado por asientos para los espectadores.

Ambas niñas se prepararon para la partida, cada una con la determinación de ganar. Mientras el juego avanzaba, Triana parecía estar un paso adelante en cada jugada, pero Victoria no se dejaba avasallar y respondía con jugadas igualmente sorprendentes.

La tensión aumentaba a medida que las piezas caían una a una sobre el tablero, y los demás compañeros del grupo 9A observaban con emoción y expectativa. De repente, un murmullo recorrió el salón, y Triana notó algo extraño en la expresión de Victoria. Sus ojos se habían llenado de asombro y confusión.

"¿Estás bien, Victoria?" -preguntó Triana preocupada.

"Sí, sí... es solo que...", respondió Victoria titubeante.

En ese momento, una sombra se deslizó por el salón, y un suave susurro se dejó oír en la sala. Triana y Victoria se miraron con gesto de desconcierto. Decidieron continuar la partida, pero la intranquilidad ya estaba sembrada en sus corazones.

Las luces del salón parpadearon repentinamente, sumiendo el lugar en una penumbra momentánea. Cuando la iluminación volvió, las piezas del tablero de ajedrez habían cambiado de lugar misteriosamente.

Triana y Victoria intercambiaron miradas y, con determinación, decidieron descubrir el misterio que envolvía al Centro María Espíndola. Con la ayuda del resto del grupo 9A, exploraron los rincones del edificio en busca de pistas que pudieran explicar lo sucedido.

Después de una exhaustiva búsqueda, encontraron un antiguo diario escondido en uno de los salones. En él, descubrieron la historia de un antiguo campeón de ajedrez que solía frecuentar el Centro María Espíndola y que, según la leyenda, aún seguía rondando el lugar en forma de espíritu.

Decididas a resolver el enigma, Triana y Victoria regresaron al salón principal dispuestas a enfrentar al misterioso campeón. La partida de ajedrez se reanudó, pero esta vez las niñas jugaban no solo por ganar, sino también por desentrañar el misterio que las rodeaba.

Con cada jugada, el espíritu del antiguo campeón hacía mover las piezas en el tablero con una destreza increíble. Sin embargo, Triana y Victoria no se amilanaron y respondieron con estrategias aún más audaces. La emoción y el suspenso llenaban el aire mientras el juego alcanzaba un punto crucial.

Finalmente, con un movimiento ingenioso, Triana logró capturar la última pieza de su oponente, dando jaque mate al misterioso campeón. En ese instante, un aura luminosa envolvió el salón, y la presencia del espíritu desapareció lentamente.

Triana y Victoria se abrazaron emocionadas, habían logrado resolver el enigma y vencer al misterio que acechaba al Centro María Espíndola. Desde ese día, su amistad se fortaleció aún más, y el grupo 9A celebró la valentía y astucia de las dos niñas al desentrañar el misterio del antiguo campeón de ajedrez.

El Centro María Espíndola recuperó su tranquilidad, pero la leyenda del campeón derrotado perduraría por siempre como parte de su historia.

FIN.

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