El misterio en el Instituto Santa Catalina Laboure



En la ciudad de Clorinda, el Instituto Santa Catalina Laboure era un lugar tranquilo y acogedor donde los niños iban a estudiar y a jugar. Sin embargo, un día, tres situaciones problemáticas muy escalofriantes sacudieron la paz del colegio. Todo comenzó con extraños susurros que se escuchaban en el patio, seguidos por luces parpadeantes en el pasillo principal y, para empeorar las cosas, objetos que aparecían misteriosamente movidos de lugar. Los niños estaban asustados, y las maestras no sabían qué hacer. En medio del miedo y la confusión, cinco valientes estudiantes decidieron investigar el origen de estos eventos misteriosos.

"¿Escuchaste esos susurros en el patio esta mañana?", preguntó Martín, el líder del grupo, a sus amigos.

"Sí, y también vi las luces parpadeantes anoche. Creo que algo extraño está pasando en el colegio", respondió Sofía, la más curiosa del grupo.

Determinados a resolver el misterio, los cinco niños se reunieron en la biblioteca para buscar pistas. Allí descubrieron un antiguo diario que hablaba de un tesoro escondido en el colegio, pero nadie sabía exactamente dónde. Armados con esta nueva información, se dispusieron a explorar cada rincón del Instituto Santa Catalina Laboure. Durante su búsqueda, enfrentaron numerosos desafíos, desde trampas ingeniosas hasta acertijos enigmáticos. Finalmente, encontraron una habitación secreta detrás de la biblioteca, donde hallaron el tesoro perdido. Pero, para su sorpresa, no era oro ni joyas lo que encontraron, sino libros antiguos y una carta escrita por una maestra que fundó el colegio. En la carta, la maestra explicaba que el tesoro que realmente importaba era el conocimiento y la amistad que los niños adquirían en el colegio. Con esta revelación, los cinco amigos comprendieron que el verdadero tesoro del Instituto Santa Catalina Laboure no se hallaba enterrado, sino que vivía en cada uno de ellos y en su aprecio mutuo. Al regresar a clases, compartieron esta lección con sus compañeros, quienes, inspirados por su valentía y amistad, prometieron cuidar del colegio y de sus tesoros, tanto materiales como espirituales.

Desde ese día, la paz regresó al Instituto Santa Catalina Laboure, pero su espíritu de aventura y compañerismo se mantuvo vivo entre los estudiantes. Y aunque la ciudad de Clorinda seguía siendo un lugar lleno de misterio, los niños sabían que, con valentía y amistad, podían superar cualquier desafío que se les presentara.

FIN.

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